La distancia de Alejandro Encinas, coordinador de la transición en la Ciudad de México, del gabinete de la virtual jefa de Gobierno, Clara Brugada, obedece a su incómoda relación con el grupo político de Martí Batres, jefe de Gobierno, y los intereses de mudar una facción de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos a la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX.
A través de uno de los grupos formados, al interior de la comisión, en la etapa de Rosario Piedra, en la CNDH y desde donde se tiene un proyecto para comenzar a ganar espacios en otras áreas, es el grupo de Batres, quien tiene intereses en los cuales no hay espacio para el diálogo con Encinas.
Encinas Rodríguez resultó ser un subsecretario de Derechos Humanos molesto y frontal a Rosario Piedra Ibarra y su grupo de lucha Eureka. La llegada de Piedra Ibarra a la CNDH derivó de una serie de confrontaciones con Encinas Rodríguez, al grado de acusarlo primero con Olga Sánchez Cordero, por omisiones y no promover un encuentro con grupos de familiares de desaparecidos de la “guerra sucia”, como secretaria de Gobernación y posteriormente con el presidente Andrés Manuel López Obrador. Ahí comenzó la confrontación. Tema que se prolongó y no encontró una salida viable.
Desde entonces, la relación entre el subsecretario y la ombudsman se limitó al trabajo institucional y no en formar una amalgama como pretendió el proyecto de la cuatroté y convertir a la Secretaría de Gobernación en una Secretaría de Derechos Humanos.
Ahora, que Hilda Téllez Lino, titular de la Tercera Visitaduría de la CNDH, pretende dar el salto a la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX, irá respaldada por el grupo de Martí Batres que incluye el apoyo de Rodrigo Roen Acosta Oakes, esposo de Valentina Batres y Omar Monroy, coordinador de Asesores, adscrito a la Secretaría Ejecutiva, quien tiene vínculos familiares con los Batres, lo último que necesitan es tener que negociar con Encinas, para quien no hay espacios de diálogo.
Encinas no rechazó los cargos ofrecidos por Brugada para incorporarse al gabinete, sino que se encuentra solo y no tendría fuerza política para enfrentar nuevas embestidas internas. Ya no es la misma estructura que tuvo ni en el Gobierno de la Ciudad de México ni en la Secretaría de Gobernación. Se encontraría sin protección y en constantes conflictos con los nuevos grupos que se forman alrededor de la cuatroté en la ciudad.
Encinas Rodríguez estorba en los planes de Batres y su grupo político, por ello no llega a la estructura de gobierno. El tiempo de Encinas ya pasó. Y sentar las bases de un proyecto político requiere de libertad de operación y facilidad para la negociación y Encinas no las garantiza. Su estilo es la confrontación y minimizar a los opositores y críticos. Con esas armas se aleja y deja espacios para grupos que tienen más juego y estructura para las nuevas posiciones que se abrirán.
Israel Mendoza Pérez
@imendozape