Sin empacho en tomar posturas polémicas y dividir a los priistas, Alejandro Moreno Cárdenas, dirigente del CEN del PRI, se enfila a su propio patíbulo. Ahora, en las manos de Víctor Manuel Palma César, presidente de la Comisión Nacional de Justicia Partidaria, está una petición de expulsión del dirigente priista.
Con anterioridad, en junio pasado, ya habían solicitado “medidas cautelares consistentes en la suspensión temporal de los derechos del militante, para el efecto de que se ordene la separación inmediata de los cargos que viene desempeñando el ciudadano Rafael Alejandro Moreno Cárdenas”.
Sin embargo, al argumentar la “ineficiencia” no fue tomado en cuenta, por la comisión de justicia, ya que el problema de la dirigencia de Alito en lo electoral fue ineficiente todo el tiempo y no pasó nada. Se convirtió en el sepulturero del PRI en los estados. El problema es su disfunción política.
Ahora, Víctor Manuel Palma, tiene una responsabilidad mayor. Aplicar la justicia o convertir su cargo en sólo una oficina de recepción de quejas. El tema no es minúsculo, pero Moreno Cárdenas ya estiró, en exceso, los estatutos y el código de ética priista. Dejarlo pasar es volverse su protector y convertir al partido en una compañía privada.
Al menos, en la reciente petición de destitución —entregada el lunes 12— del dirigente nacional priista se contempla la violación a tres artículos del código de ética priista. Entre ellos el de ir en contra de la unidad en el partido tricolor.
En su momento, Alejandro Moreno reventó la unidad de la militancia, ya que llamó “esquiroles y lacayos” a los priistas como el coordinador de los senadores, Miguel Ángel Osorio Chong por pedir la salida del dirigente priista del CEN. En este punto, el artículo 6 del código de ética indica: “En el orden estrictamente partidista debe mostrar su voluntad permanente de contribuir a la unidad del partido, a su firme cohesión, a su capacidad orgánica, para encabezar las demandas populares, a la aplicación de sus normas internas y a que siempre sea, ante los ojos de la sociedad una Institución prestigiada y confiable. Dejando de lado todo propósito de beneficio propio que cause ruptura o desprestigio al partido”.
Con esos argumentos y el documento existente y recibido por la comisión encabezada por Palma César, el PRI debe avanzar para quitar a un personaje insostenible y peligroso para los futuros acuerdos políticos con PAN y PRD. El riesgo de que el PRI se convierta en un partido débil y con una estructura de “mazapán” se deberá a las erróneas decisiones de mantener a Alejandro Moreno Cárdenas como militante de riesgo entre sus filas.
Alito encontró en las decisiones unipersonales, la manera de debilitar al PRI. Sin estructura, con el choque directo con el coordinador de los senadores, Osorio Chong, y un cuantioso número de militantes opositores que impulsan su salida del partido, es el saldo que deja un político de nuevo cuño que conoció las mieles económicas del poder, pero no supo maneja la política del PRI.