Dentro de Palacio Nacional se refuerza la versión de la existencia de un chantaje, por parte del histórico dirigente del Partido del Trabajo, Alberto Anaya Gutiérrez. Sin hacer declaraciones estruendosas o acusar que se trata de un maltrato al partido que ha cargado en hombros al presidente Andrés Manuel López Obrador, desde hace más de 20 años, el eterno dirigente petista encontró en Gerardo Fernández Noroña y Ricardo Mejía Berdeja, a los gatilleros para abrir “fuego amigo”.
Los arrebatos políticos de Fernández Noroña son suficientes para golpetear a Morena, a las “corcholatas” y provocar la presión necesaria que Anaya Gutiérrez necesitar para entrar a negociar lo que no ha conseguido en lo que va del sexenio.
Fernández Noroña es el bate del eterno dirigente petista. De manera incisiva, reitera: “Lo dije ya en la plenaria de Morena de diputadas y diputados, que, con todo cariño, Morena no debe hacer la encuesta. No puede ser juez y parte, es una candidatura del movimiento y me parece que la manera de garantizar que no haya rompimientos es construir la unidad entre todas las personas que aspiramos y las tres fuerzas políticas que estamos aspirando a esa candidatura”.
En tanto, Ricardo Mejía Berdeja, candidato del PT y adversario directo del morenista Armando Guadiana, se convirtió en la carta fuerte de Alberto Anaya. En su cierre de precampaña, Anaya supo mandar el mensaje que quería, le levantó el brazo a Mejía Berdeja. Es el triunfo del aliado de conveniencia.
La postulación de Mejía Berdeja, por un partido distinto a Morena se barajó desde el 12 de diciembre, cuando el presidente de su partido, Mario Delgado, con sus comisiones de Elecciones y Encuestas, anunciaron que el ganador de las encuestas practicadas, era Armando Guadiana Tijerina, quien ocuparía el cargo de coordinador de los Comités de Defensa de la 4T; en segundo lugar figuró Luis Fernando Salazar y en tercero Mejía Berdeja.
Mejía Berdeja, también jugó su carta de apostarle a ser el portador y defensor de los principios de la cuatroté y por eso cayó en poder de Alberto Anaya. Aunque detrás de esa situación hay un movimiento turbio. Su postulación puede tener todo un componente de revanchismo, lo fomenta Anaya, pero el domingo 4 de junio, tendrá con qué apostarle a volverse indispensable para el Presidente y con ese capital negociar.
En tanto, Fernández Noroña, construye una candidatura sobre nubes. El PT desde hace más de 20 no ha ofrecido un aspirante a la presidencia creado en sus filas. Alberto Anaya no permite el crecimiento de liderazgos y obedece a sus intereses políticos. Su objetivo es el chantaje para la última etapa del sexenio. Y encontró en Fernández Noroña el ariete para hacerle ruido a los cuatro candidatos oficiales del partido en el poder.
Anaya Gutiérrez, no fue beneficiario de la llegada de la cuatroté al poder. Se convirtió sólo en un aliado, sin derecho de picaporte ni invitado a desayunar en Palacio Nacional. Está desdibujado y no encontró apoyo ni espacios dónde influir. Por ello, es que juega sus últimas cartas y tiene a sus “gatilleros” a su disposición.