Insertada en un proceso de militarización en el país, la Guardia Nacional, comandada por Luis Rodríguez Bucio, lleva dos años de operaciones tan variadas que se desdibujan sus funciones, pues las tareas son tan diferentes en la región de Sinaloa a las de la Ciudad de México por mencionar un ejemplo y eso trae por consiguiente un cuerpo de seguridad amorfo que más allá de tener un carácter civil, está conformada en su mayoría por personal del Ejército y la Marina.
La ambigüedad de sus tareas volcó los objetivos básicos de su creación y operación. La Guardia Nacional tiene la facultad de investigar la comisión de delitos bajo la conducción y mando del Ministerio Público competente, para esta dimensión se consideran los casos en los que actuó en coordinación con los ministerios públicos locales. Las tareas de investigación que puede realizar la Guardia Nacional a nivel estatal incluyen atención de delitos en flagrancia, procesamiento del lugar de los hechos como primer respondiente, recibir denuncias y realizar detenciones, así como realizar intervención de comunicaciones; sin embargo, la falta de coordinación con otros cuerpos de seguridad estatal o militar la ha puesto en una situación de grupo inconexo.
Sus intervenciones y fallidas operaciones exhiben a Rodríguez Bucio. casos como el de La Boquilla, en Chihuahua y la captura-liberación de Ovidio Guzmán son momentos clave en los que es urgente para el gabinete de Seguridad, que a diario madrugan en Palacio Nacional, encauzar el objetivo de este cuerpo de seguridad que en la práctica ni son policías ni ejecutan tareas militares.
Por ello es que a dos años de su creación sigue sin identificarse si verdaderamente la presencia de este cuerpo de seguridad, su formación y su equipamiento son un elemento crucial para considerar que está incidiendo en la capacidad operativa técnica y táctica de los grupos de la delincuencia organizada.
La falta de un proyecto estructurado y la coyuntura actual llevó a que los elementos de la Guardia Nacional fueran enrolados en tareas de la pandemia por Covid-19, por lo que no se ve que se prepare una vuelta a los cuarteles y la justificación para que se encuentre en las calles del país sobran.
Si a ello se le incluye la desaparición de fondos como el Programa de Fortalecimiento para la Seguridad (Fortaseg), dan cuenta de que se ha desdeñado el entrenamiento y capacitación de las policías locales.
En el contexto de la pandemia es evidente la existencia de un vacío respecto a estas cuestiones que necesitaba ser subsanado de diferente manera. La falta de coordinación entre la policía federal y las estatales y municipales también coadyuvó a que entrara la Guardia Nacional para proteger las vacunas o para ir a cerrar negocios que no estaban acatando las medidas de restricción dadas las condiciones de pandemia, todo ello son elementos que comenzaron a desconfigurar el proyecto y que hoy es una institución creada por la cuatroté pero está muy alejada de ser el cuerpo seguridad que viva más allá de 2024 ya que se militarizó a una institución de seguridad.