A menos de cinco días de la renovación de la dirigencia nacional del PAN, Marko Cortés dejará un partido disminuido en territorio electoral, desprestigiado con la sociedad civil y fragmentado en sus liderazgos estatales, motivado por el bloque de 13 exgobernadores del ala dura del panismo.
Las motivaciones de los panistas duros de presionar la salida de Marko Cortés se debe a un análisis sustentado en aritmética. Mientras el PAN tiene 277 mil 665 militantes en su padrón de afiliados; Morena anuncia una agresiva política de afiliación y va por 10 millones de nuevos militantes. En comparación elemental, el panismo de Marko Cortés está al borde de caer en números rojos en afiliación y con ello en el escenario más trágico, en el mediano plazo, es perder el registro.
En 85 años, de existencia en el escenario político, el PAN con Marko Cortés a la cabeza perdió la brújula y vive de manera artificial. La traición a la ciudadanía desde 2022 fue evidente. Los partidos aliancistas hicieron arreglos cupulares y se hizo de lado la alianza ciudadana prometida. Marko Cortés fue el principal artífice. Ganó las candidaturas más importantes como la Presidencia de la República y la Jefatura de Gobierno de la CDMX, pero perdió el renovar a un partido considerado de ideología conservadora y cerrado a la participación ciudadana. El resultado está a la vista, el PAN de Marko Cortés es anacrónico y vetusto.
Ahora, los exgobernadores Francisco Ramírez Acuña, Francisco Barrio Terrazas, Fernando Canales Clariond, Héctor López Santillana, Carlos Medina Plascencia, Patricio Patrón Laviada, Marco Adame Castillo, Alberto Cárdenas Jiménez, Marcelo de los Santos, Ignacio Loyola Vera, José Guadalupe Osuna Millán, Juan Carlos Romero Hicks y Ernesto Ruffo Appel, se quieren convertir en la voz moral ante la falta de un liderazgo con ascendencia histórica. Sin embargo, el partido requiere de una renovación estatutaria y al mismo tiempo un proceso de afiliación profundo.
Y es que, los militantes de abolengo y el núcleo de exgobernadores piden a gritos la inclusión de ciudadanos y sectores que, históricamente, no han sido un activo para Acción Nacional. A final de cuentas, la apertura significa democratizar procesos primarios abiertos para seleccionar a los candidatos y las candidatas, ya en un proceso secundario, la militancia podrá decidir dentro de los que resulten seleccionados de forma pública. Pero en este momento, el PAN se encuentra desconfigurado. Ni se moderniza ni cambia sus formas.
El llamado al cambio incluye la necesidad de abrir al PAN a la ciudadanía, permitir que aquellos no militantes, pero que apoyan al partido, puedan participar activamente. En sí, se requiere un partido que supere los 277 mil militantes. Falta militancia y simpatizantes en las filas del blanquiazul de manera urgente. Marko Cortés se va y el partido queda en inanición. El domingo 10, el PAN se encuentra en la antesala de retomar, un necesario, segundo aire y sepultar la etapa pragmática que acentuó Cortés Mendoza o se rescata y vigoriza al único partido considerado oposición real frente a Morena.
Israel Mendoza Pérez
@imendozape