Jesús Zambrano tiene la tentación de meter su cuchara política en la CDMX, a través de la alcaldía de Tlalpan, encabezada por Alfa González. Con la voracidad política que caracteriza a su grupo Nueva Izquierda, el dirigente nacional perredista, lo que pone en riesgo es perder lo ganado en 2021, a través de la alianza Va por la Ciudad. Además, de incrementar el descontento del dirigente priista Israel Betanzos contra la alcaldesa.
Y es que, el triunfo en Tlalpan se lo adjudica Zambrano, derivado del apego y simpatía de la alcaldesa Alfa González con el dirigente nacional perredista. Sin embargo, no fue un triunfo del PRD nacional. Se trató de una alianza bien estructurada entre partidos a nivel local que nació previa a la Alianza Va por México.
Incluso, lo que olvida Zambrano Grijalva es que la alcaldesa desplazó al PRI local, a la hora de ocupar espacios, y ahora hay un enojo por parte del dirigente local priista, Israel Betanzos. No se incorporó a los priistas en la estructura de la alcaldía y eso se convirtió en un tema incómodo por las decisiones unilaterales de Alfa González. Al grado que, de seguir esa tendencia, Zambrano y Alfa serán los artífices de romper la alianza con los tres partidos tanto a nivel nacional como lo local en la capital.
La confianza que tiene Zambrano para intentar meter su cuchara en el proceso electoral de la Ciudad de México es que parte de los integrantes de Nueva Izquierda se encuentran metidos en la burocracia de la alcaldía. Sin embargo, no le da la fuerza que requiere ni para competir ni negociar. Carece de operadores leales y trabajo territorial en la Ciudad de México.
Jesús Zambrano busca apoderarse de un territorio desconocido para él, en la actualidad. Era otra ciudad cuando fue delegado en Gustavo A. Madero y posteriormente asesor del entonces Jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador. Era un partido con fuerza en solitario.
Lo que hay en la actualidad es una molestia por parte del PRI con la alcaldesa Alfa González. La alianza dio el triunfo electoral, pero los acuerdos ya fueron rotos por ella y por añadidura atañen a Zambrano de continuar en su afanosa búsqueda de poder alterno.
El conflicto que comienza a generar Zambrano en la alianza en la Ciudad de México es jugar en contra de su propio partido y dejar que Morena comience a recuperar lo perdido en las pasadas elecciones. Ese es el riesgo al entrar a un trabajo de juego político ya trazado por los partidos locales. La posible injerencia del dirigente nacional del PRD trae más ruido a la compleja alianza en la CDMX.
Jesús Zambrano carece de fuerza a nivel nacional. Ahora, busca acomodarse en donde hay triunfos locales. El PRD es un instituto político que camina en un cascarón que se aproxima a unos comicios competidos, pero con una dirigencia disfuncional de tamaño liliputiense.