Las pequeñas tribus, los liderazgos regionales y funcionarios aspiracionistas fueron de los principales beneficiarios del proceso interno de Morena. La militancia dorada se maneja en otro nivel. Son los que tienen acuerdos directos con la dirigencia. Los jefes que trabajan a ras de tierra son los que movilizaron a comerciantes, organizaciones vivienderas, taxistas y acarreados. Mario Delgado se declaró satisfecho, pero la base de Morena es la que jugó a las patadas.
A la polarización interna en Morena, se suma la membranosa división entre obradoristas y morenistas. Los obradoristas son la militancia dura que a coro sigue los llamados de Palacio Nacional y encumbran cada palabra del presidente Andrés Manuel López Obrador. Los morenistas encontraron, a través del partido, su burocracia y decenas de tentáculos, las formas de escalar posiciones y conseguir cargos populares.
Ahora, por los propios traspiés morenistas, la dirigencia tiene que reponer el proceso en ocho estados, luego de las irregularidades denunciadas e investigadas sobre el proceso en el que se eligieron tres mil congresistas. Lo que significa repetir el trabajo en 15 de los 300 distritos. De nueva cuenta es la exhibición de sus deficiencias democráticas.
La dirigencia nacional de Morena, quiere pegar con saliva lo que los dos gupos rompieron. La unidad del partido es frágil y por ello viene la repetición de sus elecciones. Es en términos coloquiales lamerse las heridas entre morenistas y obradoristas.
Sin embargo, año con año, desde 2018, Morena mantiene activa su presencia. Consultas, ejercicios de participación, jornadas temáticas y mesas de difusión forman parte de su activismo. Además de un involucramiento obligatorio de sectores para seguir en la dinámica de presencia de marca frente a otras fuerzas políticas.
Sin embargo, en la epidermis, del pasado ejercicio de elección interna, se esconde la deficiencia original de Morena es tener un padrón inconsistente. El problema radica en que para el proceso de 2024 se traduce en un problema de carácter legal para Morena que los puede distraer de la tarea fundamental que es la movilización de grupos e intereses particulares para las elecciones.
Después de su ejercicio interno creció un riesgo de división y varias deficiencias al interior del partido. Estas divisiones internas son el principal riesgo que corre Morena en camino a la sucesión presidencial de 2024, al margen de la alta intención de voto que mantiene en sondeos.
Aunque la magnitud de dicha división se notará en cuanto salga el candidato presidencial. No es lo mismo el arrastre del senador Ricardo Monreal que el del secretario Adán Augusto López. Ahi será determinante el comportamiento de la base real de Morena y de los simpatizantes. Esa es la siguiente parte de la lectura y del segundo proceso en el que se busca suturar la cicatriz interna, es la oportunidad de encontrar el punto de unión.
Aún así, el problema que se vislumbra para Morena es que se le complique organizarse para el 2024, independientemente de las encuestas, no va a ser una elección sencilla, en la lógica de construir un partido, es delicado, ya que hay un problema de la falta del diseño de una estrategia para consolidar al partido e incluso repetir un proceso de elección se carga hacia la simulación y el pago de errores políticos.
#Dobleces Lamerse las heridas
Las pequeñas tribus, los liderazgos regionales y funcionarios aspiracionistas fueron de los principales beneficiarios del proceso interno de Morena. La militancia dorada se maneja en otro nivel. Son los que tienen acuerdos directos con la dirigencia. Los jefes que trabajan a ras de tierra son los que movilizaron a comerciantes, organizaciones vivienderas, taxistas y acarreados. […]
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