Tras salir a flote la serie de escándalos político-judiciales, donde se involucra al ministro retirado, Arturo Zaldívar, la preocupación en la cuatroté y en el círculo cercano de la candidata presidencial Claudia Sheinbaum, aumentan, al grado de generar una salida suave del exministro, sin magnificar el daño provocado a la imagen del gobierno donde se le arropó y dieron espacios.
La idea principal para trabajar en el control de daños es impulsar un “plan b” y tener alguien con menos negativos, para ello se busca reincorporar en los primeros planos de la política a la senadora Olga Sánchez Cordero, y acrecentar la imagen de ella como interlocutora con el Poder Judicial encabezado por la ministra, Norma Sánchez Piña.
Y es que Arturo Zaldívar es un personaje opuesto a la cuatroté. Y ya causó daños. Mientras, el presidente Andrés Manuel López Obrador exhibía el fraude del Fobaproa, el exministro es un personaje con un pasado torvo y de ligereza en sus convicciones. Se le conoce por tener una carrera como litigante en un despacho encargado de tramitar, en años pasados, el amparo de banqueros corruptos. Es decir, fue defensor de una caterva de neoliberales integrantes de la “minoría rapaz”.
Zaldívar encontró en la cuatroté, el escollo para reciclarse políticamente. Sin embargo, su pasado turbio lo vuelve a poner en el aparador. Ahora, un audioescándalo revela a sus colaboradores en actos de intimidación y presión. Los argumentos de Carlos Alpízar, exsecretario general del Consejo de la Judicatura Federal y mano derecha del exministro, son los de “sensibilizar ese tema” por ser “trascendental para la institución”.
El ministro en retiro y neomilitante de la cuatroté, rompió la independencia del Poder Judicial al ser interlocutor con el Presidente. De comprobarse, que al menos 60 integrantes del Poder Judicial habrían sido presionados, son suficientes para relegar a Zaldívar de la cuatroté.
Además, en sus años de litigantes comenzó tejer una estructura de tráfico de influencias y de relaciones con integrantes del conservadurismo, desde las estructuras del poder financiero y jurídico.
Por ello es que Sánchez Cordero está dispuesta a ser el cartucho útil y conciliar con el Poder Judicial. Hace más de un año cuando el presidente López Obrador encabezó el 85 aniversario de la Expropiación Petrolera en el Zócalo de la Ciudad de México y algunos asistentes al acto, quemaron una figura de cartón de la ministra Norma Piña, la senadora Sánchez Cordero reprobó los hechos y lamentó “las muestras de intolerancia” contra la ministra presidenta de la Corte, a quien dijo conocer desde hace décadas.
“Conozco a la ministra presidenta Piña desde hace 25 años, pues fue mi Secretaria de estudio y cuenta en la Corte. Independientemente de esto, las muestras de intolerancia hacia su persona y hacia la institución que representa son inadmisibles. La violencia nunca es la respuesta”, escribió Sánchez Cordero, ministra en retiro. Ante la crisis en la que se encuentra Arturo Zaldívar y con la que ya afectó estructuras del régimen actual, Sánchez Cordero es el “plan b” para el equipo de la cuatroté y de Sheinbaum Pardo en caso de necesitar interlocutores sólidos ante el Poder Judicial de la Federación.