Los maestros organizados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ya no son los aliados de la cuatroté. En sus más de 40 años de existencia, con la llegada de Morena al poder vivieron unos cuantos meses de “luna de miel”. Ahora, el pleito está declarado. Los espacios ganados hasta en el legislativo, bajo el acrónimo de Morena, ya se perdieron e incluso son mal vistos desde Palacio Nacional.
A quienes se les consideraba los aliados del proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador ya no están cómodos. Primero empezaron con rechazar las clases presenciales, luego tomaron un tramo de carretera en Chiapas, y bloquearon el paso del convoy presidencial. Ni siquiera el gobernador Rutilio Escandón puede negociar con los centistas.
Lo que vive la CNTE es que viven una lucha interna en las entrañas de la coordinadora, ya que una facción ya tuvo acercamientos con el Gobierno Federal, mientras que los más radicales mantienen la línea del rechazo. Aquí de nueva cuenta viene la negociación-chantaje a la que está acostumbrada a recurrir la cúpula de la CNTE.
El presidente ya les envió el mensaje. Desde el salón Tesorería de Palacio Nacional, llamó a los maestros CNTE a que terminen el bloqueo en las vías del tren. Afirmó que lo que están protestando por una falta de pagos “son muy poquitos” motivados por intereses políticos, “por gente que quiere hacernos quedar mal”.
La facción ultra del magisterio ha jugado un papel de poder fáctico en el escenario político. La coordinadora “obediente” tiene una cercanía con el poder como nunca lo había conseguido. Son los moderados, quienes desde el inicio de este gobierno encontraron un lugar con privilegios. Se dejan apapachar por los espacios conseguidos y prefieren vivir días de gloria.
Creada en 1979, la CNTE se ha caracterizado por ser una agrupación encargada de conquistar espacios gracias a la presión, a los bloqueos por días, meses y a las mentadas de madre en la calle. Los dirigentes reducen el debate a los gritos y a bloquear, lo mismo vías de comunicación, plazuelas o las puertas de San Lázaro. Cualquier punto es susceptible a su política del chantaje.
La dirigencia de Morena les dio cobijo y tiene claro que los integrantes de la CNTE son unos aliados de conveniencia que es mejor que no brillen o tengan mayor escaparate. A final de cuentas son esa parte de la CNTE quien se siente aliada de facto por una “afinidad ideológica” mal entendida.
En la Cámara de Diputados, la CNTE logró, en la pasada Legislatura, una presencia significativa ya que ocupó 19 curules. Sin embargo, otra parte ahora ya no está de acuerdo con ser uno de los “brazos” del partido en el poder.
Sus bloqueos en Michoacán y sus protestas ya llamaron la atención del presidente. Aunque les soltó la advertencia: sus demandas justas serán atendidas, “si se trata de un chantaje, no, pero si se trata de que no les han pagado su sueldo y lo demuestran ya casi les digo que vengan a cobrar”.