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#Dobleces Los responsables del choque

 

La inestabilidad y los choques de grupos al interior de Morena rumbo a la sucesión 2024 se deben, en buena medida, a que los antecesores de Mario Delgado, jamás tomaron en serio las riendas del partido en el poder. A Yeidckol Polevnsky le ganó la frivolidad y la opacidad en la que se movió al dirigir el partido. […]


La inestabilidad y los choques de grupos al interior de Morena rumbo a la sucesión 2024 se deben, en buena medida, a que los antecesores de Mario Delgado, jamás tomaron en serio las riendas del partido en el poder. A Yeidckol Polevnsky le ganó la frivolidad y la opacidad en la que se movió al dirigir el partido.

Alfonso Ramírez Cuéllar sólo fue un dirigente testimonial, pero avaricioso. Perdió el rumbo del partido e incluso se desbarrancó en su intento por reelegirse como legislador. Todo por una serie de amarres que incluyeron al dirigente petista Alberto Anaya Gutiérrez.

Por ello, es que la lucha interna por la sucesión presidencial se endurece en las entrañas del partido guinda. Sin embargo, el partido fundado por Andrés Manuel López Obrador se desconfiguró desde años atrás.

Morena llega a tres años en el poder, con una batalla permanente entre los obradoristas y morenistas. Los obradoristas comenzaron a rescatar la lucha del partido y los ideales de su fundador con miras a cimentar la transformación del país. Los morenistas se convirtieron en personajes que se dieron cuenta que el partido tenía oportunidad de convertirse en un partido aplanadora. Con ello, comenzaron a armar alianzas y amarres políticos cupulares, todo por ganar espacios en los puestos de elección que se disputaron y apenas recibieron el llamado del presidente a no convertirse en una facción de politiquería.

El partido del presidente vive días de gloria electoral, pero dentro hay personajes que comenzaron a roer los ideales, debido a que hay dos Morena, el de los de arriba y los de abajo.

Con una sucesión adelantada, los bandos internos de Morena están cada vez más claros. Tomando en cuenta que la sucesión presidencial de 2024 fue puesta en marcha por el mismo López Obrador al destapar sus “corcholatas”. Aunque, las fisuras en el morenismo siempre han estado ahí, pero su exacerbación rumbo a 2024 hace ver inminente la fragmentación del partido en el poder.

Y es que conforme avance el momento de la selección de un candidato oficial, Morena comenzará a buscar en el presidente López Obrador, las directrices a seguir derivado de la explosión de emociones al interior del partido y acostumbrados por, su propia naturaleza política, a seguir las indicaciones de un caudillo son los elementos que cohesionan al partido.

Ejemplo de ello, fue que, al consolidarse como primera fuerza política en el país en las elecciones de 2021, fue el presidente López Obrador quien administró la disciplina partidista. Como fue el borrar de su primera línea de confianza al clan Sandoval-Ackerman tras el enfrentamiento que sostuvieron con Félix Salgado Macedonio por la candidatura en Guerrero.

A final de cuentas, la sucesión y su método de selección trae línea de Palacio Nacional y el partido al ser creado en torno a la figura de López Obrador no cuenta con una identidad política y cuyas dirigencias, tanto a nivel nacional como estatal, son descalificadas inmediatamente al momento de cualquier disputa interna. Y eso es una herencia que dejaron la dupla Polevnsky-Cuéllar.