Sin entender las reglas del juego postdestapes, a Gerardo Fernández Noroña, le sobran ambiciones y le falta institucionalidad. El diputado y exaspirante a coordinador de la defensa de la cuatroté está en una posición incómoda. Se niega a admitir su realidad y entender que está en el lado del partido en el poder.
Su pleito con Sebastián Ramírez quedó marcado. Ya que acusó “dados cargados” para competir por la Ciudad de México, frente a otros morenistas. El legislador no termina de entender su posición actual en la historia contemporánea ni la serie de mensajes que, desde el inicio, del proceso morenista, marcó el presidente Andrés Manuel López Obrador para las llamadas “corcholatas”.
Sebastián Ramírez admitió en varias ocasiones que en cuanto se definiera al coordinador nacional de defensa de la cuatroté, su voz se tomaría en cuenta para tener una dupla capaz de asegurarle votos en la capital y con ello quedó minimizada, en automático, la dirigencia de Sebastián Ramírez, dirigente local del partido.
La molestia de Fernández Noroña aumenta cuando presume un tercer puesto que conquistó en el proceso interno de Morena y le regatean espacios. Es ese punto en el que las ambiciones y la búsqueda de poder se convierten en su peor enemigo. Y lo pintan de cuerpo entero como un personaje que va por el cargo y la ambición.
“Me regatean, porque no estoy afiliado al partido cuando soy parte del movimiento”. El movimiento como él lo llama, dejó de serlo desde el momento en que tomó el poder y con el paso del sexenio su lugar comenzó a ser el de una fuerza política dominante en el tablero político.
A pesar de haber sido nombrado vocero, la incomodidad del petista es con Claudia Sheinbaum Pardo, aunque en su descontón le toque al dirigente de Morena en la ciudad, Sebastián Ramírez. Por las condiciones que no le benefician a sus intereses.
En el análisis de los primeros apuntados por la coordinación de la defensa de la cuatroté en la capital, la disputa será entre dos figuras con los que se sienten representados por Clara Brugada y Omar García Harfuch. El voto duro de las bases de Morena se dividirá en Clara Brugada, por ser cercana al presidente López Obrador desde hace más de tres lustros.
Fernández Noroña carece de un espacio definido. El petismo no lo llevó en hombros a la presidencia en solitario como esperaba. La historia de ese partido está marcada por depender de otros partidos para tener una figura en las elecciones federales.
El diputado se encuentra en la situación histórica más compleja. Definirse como un integrante de la clase política en el poder o buscar un espacio alejado de la parafernalia política. Su lugar como corcholata fue decoroso, pero no le da para subsanarle su lealtad a ciegas al movimiento. El pragmatismo se apoderó de la estructura del partido y la defensa del proyecto lopezobradorista no está en el pueblo ni en los llamados “puros”.
Además, de que Morena en la ciudad es solo un apéndice. No es una base política sólida, ya que depende de lo nacional para mantenerse vivo.