A Pablo Gómez, nuevo titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), lo perdonó la cuatroté y a medio camino, lo glorificó con uno de los cargos más relevantes. Convertirse en el ariete del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en materia de la lucha anticorrupción y congelamiento de recursos financieros. Tanto de grupos criminales como de adversarios políticos.
Su nombramiento trae consigo todas las señales de apoyo al ser presentado por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Al mismo tiempo que se tuvo que llegar a exigirle un doble compromiso, ya que se le perdonaron sus exabruptos del pasado contra quien ahora es el presidente y mostrar alineación plena a la cuatroté cuando se convirtió, desde el Legislativo como presidente de la Sección Instructora en la Legislatura pasada, en uno de los verdugos de Rosario Robles para llevarla a juicio político.
Pablo Gómez al convertirse en el brazo ejecutor de la cuatroté en contra de Rosario Robles, en la Cámara de Diputados, mostró su afinidad y “lealtad a ciegas” y esperó con paciencia que se le reconociera su disposición de llevar al patíbulo a su excompañera de partido. Se le cumplió.
Al autor de ‘Los gastos secretos del presidente’, se le colocó en un lugar clave tras la “escandalosa” boda de Santiago Nieto, en Guatemala. Sin embargo, tuvo que doblegar sus ideales pasados, y eso es complicado, en un luchador por la democracia como es él.
En 1999 Pablo Gómez fue uno de los críticos más férreos a la precandidatura de Andrés Manuel López Obrador a la Jefatura de Gobierno de la ciudad. Su incomodidad alcanzaba a Dolores Padierna, entonces secretaria general del PRD en la capital y a su esposo René Bejarano, quien era el coordinador de campaña de López Obrador.
Sus críticas al proceso interno fueron duras y a la precandidatura más demoledoras por dos puntos. Uno, el no cubrir los requisitos de residencia y en segundo, quienes hicieron campaña junto a su compañero de partido eran despreciados por pertenecer a la izquierda más viciada.
Hacia noviembre de 1999, en un artículo periodístico advirtió: “López Obrador tiene el apoyo de los grupos políticos que cuentan con organizaciones clientelares. Esos cuerpos han adquirido gran significación en la elección interna, aunque carecen de fuerza política en el gran conjunto ciudadano. Esa circunstancia pone en peligro al Partido de la Revolución Democrática, ya que podría quedarse sin candidato en la elección del 2 de julio del año 2000.
“Es evidente que en un tribunal de derecho, López Obrador no podría demostrar una residencia ininterrumpida durante cinco años anteriores al día de la elección, ya que sencillamente no cuenta con ella. La idea de recurrir a una maniobra leguleya, a una manipulación de la ley, es utópica, aunque también contiene elementos de aquella cultura que queremos eliminar en el país”.
A más de 20 años de distancia, Pablo Gómez se convierte en un personaje clave para la cuatroté. Sus aspiraciones de tener cargos más relevantes ya se ven más lejanos, pero aceptó un premio de consolación por tantos años de esperar a brillar en el firmamento de un gabinete presidencial.