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Opinion

#Dobleces PT desdibujado

Hay una guerra de spots al interior de la coalición Sigamos Haciendo Historia, donde el Partido del Trabajo, de Alberto Anaya, se encuentra desdibujado frente al Partido Verde Ecologista de México. Los candidatos de la coalición, la mayoría emanados de Morena, adoptan las propuestas del partido ambientalista y las incluyen, al menos, en discurso y presentación.

En tanto, el Partido del Trabajo se pierde en un jingle del mismo partido. Sin la cercanía de las figuras morenistas. Esa es la muestra de que el PT se encuentra desplazado. Alberto Anaya ya no es una personalidad sobresaliente para la segunda parte de la cuatroté. En más de 20 años, de dependencia de la figura de Andrés Manuel López Obrador, el partido de Alberto Anaya es caduco en su forma de hacer política en la actualidad.

La sobrevivencia del partido desde 1997 se debe a la serie de alianzas amarradas a lo largo de los años, que iniciaron con una facción del PRD, ahora en Morena. En los spots el partido se encuentra excluido. No hay una política pública que impulse y sea adoptada por los candidatos de la coalición. Su participación es testimonial más que cuantitativa para estos comicios.

Además, su existencia sustentada en el maoísmo y el nacionalismo revolucionario, lo ubican en una situación comprometida para mantener el registro. No es un partido abierto ni progresista. Ni siquiera es quien marque los derroteros de sindicatos y la clase trabajadora. Es un simple membrete recaudador de prerrogativas.

Con opacidad y un malentendido caudillaje, Alberto Anaya, forma parte de la dirigencia del partido, donde ha permanecido por décadas, a pesar de resoluciones del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, mismas que desde 2010 le han ordenado al PT modificar estatutos para favorecer su democratización interna. 

Y es que el círculo que controla el PT se extiende a Alejandro González Yáñez, Pedro Vázquez y Ricardo Cantú, ellos se apoderan de los principales cargos partidistas y de representación popular. Y es que se moderniza el partido o se enfila al museo de la política. En 2015 casi perdieron el registro y apenas alcanzó el tres por ciento. En 2018 conformaron la alianza ganadora, aunque muchos de sus triunfos fueron en realidad con candidatos de Morena y apenas logró el cuatro por ciento. La realidad del PT es que vive de alianzas y de favores políticos.

Ahora, tras su desempeño en comicios locales, pasados, se anticipa que su registro también estará en riesgo, pues en 10 entidades no consolidó el tres por ciento de la votación (Aguascalientes, Campeche, Chihuahua, Ciudad de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Nuevo León, Querétaro y Tabasco). Al mantenerse como rémora de Morena sólo aporta unos cuantos votos. 

En la coalición, el PT es relegado por el Verde, hay separación y un marcado desprecio al partido de la estrella amarilla por los nuevos integrantes de la cuatroté. Ahora, su presencia está diezmada, y él mismo se achica ante las nuevas formas de comunicar y transmitir el interés hacia los electores. Su partido ya huele a rancio.

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