El sistema electoral en el país estaba alejado de una crisis o del rezago para crear una reforma para recomponerlo. Sin embargo, la cuatroté pone en inestabilidad el proceso electoral de 2023 y 2024. La propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador, encontró obediencia a ciegas, en San Lázaro, gracias a la debilidad política del coordinador parlamentario morenista, Ignacio Mier.
Y es que, organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA) exhibe los excesos del partido-gobierno, ya que considera que “el sistema electoral mexicano no requiere de reformas profundas para continuar garantizando el ejercicio pleno del sufragio y critica los ataques infundados contra el INE”.
La aprobación en la Cámara de Diputados se convirtió, términos futbolísticos, en un empate 1-1. Mientras la oposición paró en seco la Reforma Electoral, el bloque en el poder pudo colar al área chica la iniciativa para modificar leyes secundarias. Con lo que Morena comenzó un camino de darle vuelta al juego electoral y ponerlo a su favor.
Por parte del gobierno de la cuatroté, Ignacio Mier y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quedaron mal parados. Exhibieron la improvisación, la sed de revancha y una falta de análisis sobre los efectos futuros propuestos en la modificación a las leyes secundarias que se traducen en la distorsión de la estructura operativa del INE.
No son cambios menores, porque es modificar por completo estructuras administrativas y del sistema electoral mexicano. En esta transformación o reforma administrativa-operativa se excluyeron beneficios para los ciudadanos. La aprobación fast track en la Cámara de Diputados es la muestra de que muchos legisladores votaron sin saber a ciencia cierta qué estaban votando. Todo derivado de una necesidad de someter a los organismos autónomos.
En el proyecto de 244 páginas que la Mesa Directiva recibió del grupo parlamentario de Morena y del que Ignacio Mier es responsable de los errores y premuras, contempla la creación del Sistema Nacional Electoral (SNE), conformado por el INE, como autoridad rectora, y los Organismos Públicos Locales, como autoridades regionales. Con ello se avizora compactación y reacomodo de diversas áreas del órgano electoral; la Junta General Ejecutiva del órgano será sustituida por la Comisión de Administración; se fusionan, además, las direcciones Ejecutiva de Organización Electoral y de Capacitación y Educación Cívica, al igual que las direcciones de Administración y de Servicio Profesional Electoral, que conformarán una sola.
Otra de las pifias es que la cuatroté se lanzó contra el INE, la oposición y como víctima colateral a la ciudadanía, ya que fue a la que no se le consultó ni se le incluye en ninguna de las formas de hacer política. Los cambios dejan un escenario preocupante para el futuro y viabilidad del sistema electoral, porque aunque se desaparecen o modifican estructuras, no ocurre lo mismo con las responsabilidades que se deberán cumplir.
El presidente López Obrador, hizo un juego de espejos, puso por delante el ahorro a las arcas del erario, pero atora el sistema de partidos, distorsiona la esencia del Instituto Electoral y deja de lado a los ciudadanos y no los incluye en su transformación electoral.www.dobleces.com