Sin lugar a dudas después de lo que ocurra en esta elección presidencial las cosas ya no serán iguales y habrá un cambio de paradigmas que impactará no tan solo en la conciencia colectiva del México que hasta ahora hemos conocido, sino en las formas de concebir el trabajo público y los caminos para hacer promoción personal y campañas políticas. Las redes sociales han mostrado su importancia y en lo subsecuente servirán para generar conciencia colectiva de acuerdo a la segmentación de los públicos y a la utilización del lenguaje.
Los principios cambiaron, pero el impacto que propiciaron en el fondo de la conciencia colectiva de este país son el resultado de esa inconformidad que siempre estuvo latente y esperando que alguien pudiera encabezarla, para redefinir los principios y valores sobre los que se cimentaría esa nueva etapa social que durante muchos años estuvo cautiva en los intereses de una clase política y empresarial que todo lo acumulaba, pese a la evidente y lamentable pobreza de la mayor parte de los mexicanos.
Si algo tenemos que agradecer los mexicanos a Andrés Manuel López Obrador, es la sacudida que ha venido operando en aquellos sectores de la población que tradicionalmente asumían una característica contemplativa porque no entendían mucho de lo que estaba ocurriendo y se aislaban en la simple sobrevivencia antes que participar en la exigencia de mejores condiciones de vida y de cohabitabilidad colectiva. Ahí es donde mayormente está impactando el cambio de paradigmas que exitosamente ha sembrado el tabasqueño.
Sin lugar a dudas México no es el mismo que hace un año, y seguramente no será el mismo de ahora después de la siguiente elección sea cual sea el resultado. La geografía política cambiará sustancialmente, pero mayormente la forma de hacer política y de concebir a los votantes. No habrá más rehenes del interés colectivo provocado por los principios de cada una de las fuerzas políticas, ahora seremos presos del odio clasista acumulado durante muchos años de marginación y pobreza.
Si Andrés Manuel López Obrador piensa que gobernará de la forma en que ha estado haciendo campaña, tendrá uno de sus más caros reveses. Insisto, la conciencia colectiva cambiará sustancialmente, pero eso no quiere decir que pueda seguir manipulando a las masas como hasta ahora, porque el vulgo ha entendido que puede enfrentar al gobierno sea quien sea quien lo encabece, pero sí de algo puede vanagloriarse el tabasqueño es de ese cambio de conciencia que generó pero que nunca entendió, porque las masas solamente son manipulables cuando reciben algo a cambio, y no es precisamente la regresión a que las puede condenar.
Bien dicen por ahí que el prometer no empobrece, pero cumplir es lo difícil. Hay que decirlo claro y preciso, las dádivas gubernamentales no pueden sostenerse de forma indefinida a menos que se empeñen los bienes públicos, pero es el peor camino del populismo rampante. Incrementar los procesos de la eficiencia gubernamental, y la producción de bienes y servicios por parte de la sociedad civil es lo óptimo, pero el populismo es enemigo natural del progreso empresarial. Construir castillos en el aire es fácil, pero lo que no tiene cimientos firmes siempre tenderá al derrumbe. Esa será la diferencia. Al tiempo.
El cambio de paradigmas
Sin lugar a dudas después de lo que ocurra en esta elección presidencial las cosas ya no serán iguales y habrá un cambio de paradigmas que impactará no tan solo en la conciencia colectiva del México que hasta ahora hemos conocido, sino en las formas de concebir el trabajo público y los caminos para hacer […]
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