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El candidato del PRD

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Si de posibilidades de alcanzar la Presidencia de la República se trata, el Partido de la Revolución Democrática no las tiene por el momento. Las únicas veces que tuvo oportunidades reales fue cuando postuló a Cuauhtémoc Cárdenas y a Andrés Manuel López Obrador. Ahora las cosas no pintan bien para esa parte de la izquierda […]


Si de posibilidades de alcanzar la Presidencia de la República se trata, el Partido de la Revolución Democrática no las tiene por el momento. Las únicas veces que tuvo oportunidades reales fue cuando postuló a Cuauhtémoc Cárdenas y a Andrés Manuel López Obrador. Ahora las cosas no pintan bien para esa parte de la izquierda mexicana que se ha visto disminuida a causa de las reyertas internas y la desbandada que les provocó el tabasqueño cuando fundó el Movimiento de Regeneración Nacional.
Antaño cabeza de todas las izquierdas, el partido que surgió de la escisión provocada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo en las filas tricolores hoy se enfrenta a una de las decisiones más difíciles de su existencia: caminar solos o mantener el rumbo en la conformación de una alianza que tenga posibilidades de competir, y después armar una buena oferta electoral que les permita alcanzar el éxito para hacer y formar gobierno.
Para decirlo de forma cruda y certera, si el PRD va solo, por muy buen candidato que designe no habrá posibilidades de llegar a esa meta histórica que se plantearon desde su fundación.
Ayer los gobernadores que militan en el perredismo se sumaron a la candidatura de Miguel Ángel Mancera para que sea el candidato del Frente Amplio Por México, o del Partido de la Revolución Democrática, en el caso de que dicho frente no tuviera viabilidad a causa de los problemas internos y las diferencias de opiniones entre sus integrantes. Incluso Silvano Aureoles Conejo entendió que sus posibilidades eran mínimas y decidió ser el primero en declinar en favor del señor Mancera.
Qué bueno que el perredismo tiene candidato, y qué bueno que el señor Mancera alcanza uno de sus ansiados sueños, pero ni el partido ni el todavía Jefe de Gobierno de la Ciudad de México tienen posibilidades de triunfo en el caso de competir solos. Esa es una lacerante realidad para el hombre que ha regido los destinos de la capital de la República, y para el partido que en dos ocasiones estuvo a punto de colocar a Cuauhtémoc Cárdenas en Palacio Nacional y otras tantas al señor Andrés Manuel López Obrador.
Miguel Ángel Mancera debe entender que para mantener la esperanza de alcanzar el triunfo se requieren alianzas, pues de acuerdo a las mediciones de todas las casas encuestadoras nadie puede lograr la hazaña compitiendo solo, a menos que lo único que quiera es formar parte de esa larga lista de aquellos que han competido por competir, y después pasaron al cajón de los olvidos y a formar parte del anecdotario histórico de la democracia en este país. Hay que señalar que para ello tiene que hacer todo lo posible por mantener vivo el interés de los panistas por continuar en el mismo proyecto, y discutir ampliamente con el señor Anaya la posibilidad de que sea él quien encabece el frente, ante el desgaste que ha sufrido el queretano a causa de las reyertas internas en la otrora segunda fuerza electoral del país.
Para que una alianza tan disímbola encuentre el éxito, se requiere mucha generosidad de sus participantes para hacerse a un lado, y colocar por encima de todas las ambiciones personales el proyecto.
¿Podrán Mancera y Anaya hacerlo? Al tiempo.