Finalmente ocurrió. El plan fue minuciosamente concebido y aplicado. Cada una de las etapas se desarrolló conforme a lo previsto y en los tiempos marcados.
Dicen que el fin justifica los medios, y quizá las medidas puestas en práctica no hayan satisfecho a muchos o provocaron daño en otros, pero cuando se busca el poder lo que menos importan son los escollos, sino la forma de sortearlos y alcanzar las metas planteadas y planeadas. De eso se trata la política, y más cuando los principales adversarios por el momento están en el mismo bando. De los otros, ya habrá tiempo de ocuparse.
Ricardo Anaya decidió caminar sembrando enemigos y pasando por encima de ellos, aunque habrá que decir que la mayor parte de quienes se quedaron en el camino buscarán cobrarse las afrentas, sobre todo quienes dispusieron no tan sólo de su capital político, sino de lo que lograron arrancar en los presupuestos de los estados donde fueron gobernadores y que les permitió permanecer haciendo campaña de forma permanente.
La última de las dificultades se llamaba Miguel Ángel Mancera, quien hizo de todo con tal de ser candidato del Frente Ciudadano por México, y que finalmente decidió declinar de sus aspiraciones una vez que entendió que las cosas estaban negociadas desde antes y que el PRD se prestó a servir de comparsa para que el queretano se alzara con la candidatura presidencial. La transformación también estaba planeada y planteada, por lo que ahora se ha pasado a llamar Por México Al Frente.
¿Qué fue lo que verdaderamente ocurrió? ¿Alejandra Barralesse prestó a una mascarada? Porque fue planeada con mucha anticipación y serviría para justificar todas las batallas que internamente sostuvo Ricardo Anaya para hacerse con el control pleno del partido que engrandecieron hombres como Manuel Gómez Morin, Alfonso Ituarte, Adolfo Christlieb Ibarrola, José Ángel Conchello, Efraín González Morfín, Raúl González Schmall, Pablo Emilio Madero, Luis H. Álvarez, Carlos Castillo Peraza, y que ahora parece condenado a seguir empequeñeciéndose.
Sin lugar a dudas que para convertirse en dueño de un partido aparte de perfidia se requiere talento, y quizá lo tenga el señor Anaya, pero si algo dejó entrever en los meses previos a la decisión final fue una carencia de principios, lealtad y agradecimiento hacia quienes lo formaron y encumbraron, porque puso mucho empeño en deshacerse de los que estorbaban y dejar fuera de toda posibilidad siquiera a esos que pudieran o pretendieran hacerle un reclamo.
Pero como dicen por ahí, muchas veces en el pecado se lleva la penitencia, porque ser candidato presidencial puede resultar una tarea fácil en los tiempos que estamos viviendo, pero para ser presidente de la República se necesitan condiciones especiales. Pero más para entender que en política no existen enemigos pequeños, y que para saber hacer política de la buena y buena política, el principal elemento es saber hacer relaciones humanas, y hasta ahora el señor Ricardo Anaya es un posible candidato que ha dejado sembrado el camino de enemigos. Al tiempo.
vladimir.galeana@gmail.com