Pronto, muy pronto será 9 de noviembre, el día siguiente de la fecha en la que se definirá el destino de los Estados Unidos de América.
Ya hemos visto las consecuencias de ese virus llamado Trump.
Ya hemos visto que el dinero republicano, que no sólo es dinero sino también poder, decidió cambiar las apuestas e inclinarse por Hillary Clinton.
Y ya hemos visto que en ese vendaval de convertir en candidato presidencial a quien no sólo se dedica a insultar, sino también a encarnar la frustración de la sociedad, cambia definitivamente el panorama político y social del imperio del norte y del mundo entero.
En ese sentido, nosotros los mexicanos tenemos que empezar a poner nuestras apuestas en los que constituyen la nueva mayoría.
Porque ahora todo lo que ha desencadenado el multimillonario neoyorquino le costará al Partido Republicano no sólo el papel tan vergonzoso de votar en contra de su propio candidato, sino también la mayoría que al momento ostenta en el Senado. Situación que podría afectar gravemente el equilibrio del Congreso.
Siendo así, nosotros los mexicanos, los de los muros, las víctimas de esta campaña, los que hemos contribuido tanto a la grandeza de Estados Unidos y los que hemos sido tan poco valorados y tan poco reconocidos por nuestro vecino del norte, ¿qué debemos hacer?
Porque ya vamos rumbo al día siguiente, y ya es necesario que la cultura y la sociedad se den la mano para construir el camino que nos permita derrumbar el verdadero muro que se ha levantado.
Un muro que no es físico sino mental y moral, un muro que permite que cualquier estadounidense güerito de ojos azules nos mire con desprecio a todos los morenitos.
Es el muro del racismo que una vez tuvieron los afroamericanos y que ahora estamos heredando los latinos. Es el muro que explica por qué Texas, uno de los estados con mayor población latina en EU, se constituye por ciudades como Houston que al momento no tiene ni un solo representante latino.
Desconozco lo que hará nuestro gobierno al respecto y tampoco sé muy bien lo que piensa hacer el gobierno de Estados Unidos, pero lo que sí sé es que la sociedad mexicana debemos tomar muy buena nota.
Porque si Trump ha desencadenado una amenaza para la mayoría que el Partido Republicano mantiene en el Senado, también debería servirnos a nosotros los mexicanos no sólo para cobrar todo lo que nos deben, sino para subir peldaños en el ranking de la dignidad respecto a todo lo que le hemos aportado a EU y que nadie reconoce.