Por Eduardo Ruiz-Healy
El 11 de julio de 2000 publiqué en el sitio de America On Line México un artículo cuyo título era el mismo que ahora encabeza este texto. En él escribí, entre otras cosas, lo siguiente:
“Los presidentes de esta república federal han adoptado muchos de los símbolos del poder monárquico.
“Entre los símbolos monárquicos que utilizan los presidentes de esta excolonia española, de este exvirreinato, están la Silla Presidencial, la Banda Presidencial y el Estado Mayor Presidencial.
“Veamos qué es cada una de ellas.
“1. La Silla Presidencial. Es una silla, bastante fea por cierto, que se encuentra en el Palacio Nacional y sobre la cual el presidente de México en turno se sienta en muy contadas ocasiones, entre ellas cuando recibe las cartas credenciales de embajadores o cuando le toman la foto oficial de su sexenio, esa foto de la cual se hacen miles y miles de copias que acaban en botes de basura el mismo día en que el presidente entrega el poder a su sucesor. Nadie más puede utilizarla. Es similar al trono de un monarca que nunca podrá utilizarse por ningún súbdito. La Silla Presidencial es un símbolo que dista mucho de ser republicano y por ello debería abolirse su uso y enviarla a algún museo.
“2. La Banda Presidencial. Otro vestigio monárquico, es una cinta tricolor sobre la cual está bordado el Escudo Nacional. El presidente se la pone por primera vez cuando asume el cargo frente al Congreso de la Unión y la recibe de manos de su antecesor, el presidente saliente, que a su vez se la quita por última vez. El presidente de esta república la porta en ocasiones especiales, como cuando da el Grito, en la noche del 15 de septiembre (costumbre instituida, por cierto, por Porfirio Díaz para festejar el día de su santo), o cuando, sentado sobre la Silla Presidencial recibe cartas credenciales de embajadores o se toma la foto oficial.
“3. El Estado Mayor Presidencial. Este pequeño ejército, que al igual que el grande sólo obedece las órdenes del presidente, fue creado por decreto del presidente Miguel Alemán. Tal vez porque muchos de sus cargos políticos los fue obteniendo después que murieron sus opositores, Alemán decidió rodearse de una verdadera Guardia Pretoriana. El EMP debe recordarnos a los grupos más selectos de los ejércitos monárquicos que existían, fundamentalmente, para proteger al rey o emperador en turno. Sus integrantes eran los mejores hombres, dirigidos por los mejores oficiales, dotados del mejor armamento. La existencia del EMP no sólo es ofensiva, sino injustificada. ¿No pueden cuidar al presidente elementos policiacos perfectamente adiestrados, como los del Secret Service estadounidense? ¿o miembros de las fuerzas regulares del Ejército Mexicano?” A 18 años de distancia sigo pensando lo mismo que entonces.
El ejército de AMLO
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