Algo está pasando en este país y cada vez las cosas se agravan más. No existe un sólo día en el calendario en el cual no se hable de algún escándalo, por el contrario, son pródigos los hechos en que incurren funcionarios públicos, políticos, empresarios, o miembros relevantes de los distintos conglomerados sociales en todas las latitudes del país. Las conductas oprobiosas que denigran el ejercicio público y descomponen la armonía social ya resultan habituales. Sin lugar a dudas, Mexico está podrido.
Y no es que estemos viviendo una circunstancia excepcional, simplemente es que ahora los medios de comunicación están en todos lados y relatan lo que ocurre para que la gente de todas las latitudes se entere y tomen decisiones, aunque en la mayor parte de las veces sigue inclinándose por una determinada fuerza política aunque compruebe que sus miembros cometen actos de corrupción. Eso corrobora la podredumbre social de este México de nuestros días.
Con una desfachatez rayana en el cinismo los funcionarios públicos de todos los niveles cometen actos contrarios a la ley y no pasa nada. Hay quienes presumen públicamente la forma en que hurtan los caudales públicos y no hemos sido capaces ni de quitárselos o meterlos a la cárcel, y esa actitud contemplativa nos ha llevado a incrementar nuestras desgracias. Quienes creímos que por fin había llegado un estadista al ejercicio del Poder Ejecutivo ahora nos damos de topes en la pared.
Cuesta decirlo, pero lo único que ha demostrado Enrique Peña Nieto es su poca vocación por defender los intereses de la gente y del país. Hasta ahora el saqueo ha sido indiscriminado, brutalmente enorme e impune. Muchas veces fue advertido de lo que estaba ocurriendo y no entendió, o no quiso entender, que las culpas de los que se dedicaron a hurtar el dinero público también le serían imputadas a él.
Para decirlo de manera más rotunda, la referencia del saqueo llevará su nombre. Así se referencia etapas similares encabezadas por Alvaro Obregón, Venustiano Carranza, Miguel Alemán, José López Portillo, Carlos Salinas de Gortari y Vicente Fox Quesada.
No sé si eso le enorgullezca, pero tendrá mucho tiempo para lamentarlo porque es un hombre joven. No quiero con esto señalar o decir que él haya participado en el saqueo, pero indudablemente lo ha permitido, y eso lo convierte en cómplice.
México está podrido porque su clase política también está podrida, porque dejaron atrás los principios y decidieron robarse el dinero de los mexicanos y apropiarse impunemente de los bienes públicos. México está podrido porque no tenemos leyes para sancionarlos ni voluntad para edificarlas porque todos se volvieron prevaricadores, ladrones y cómplices. México está podrido, pero no su gente. Al tiempo.