Ya no son tiempos de ponerse la playera del partido y con eso tener el 50 por ciento del camino recorrido hacia el triunfo. Las condiciones de competencia han cambiado al grado de que muchas y muchos aspirantes se pierden en la inmensidad de las campañas y, según me cuentan, la depresión aparece ahora más rápido en quienes no asimilan las respuestas poco efectivas o bien, ven lo poco que suben esos numeritos…Lo de la “depre” no es leyenda urbana, es una realidad documentada por los propios círculos rojos que viven casi las 24 horas con las y los aspirinas.
LA RABADILLA DEL POLLO
Pollos en el tejado me dicen que hay candidatos que no prenden ni la luz de su habitación, menos han logrado hacerlo con la gente, con quienes votan. Polluelo, por más que te digan y cuenten los esfuerzos se quedan en una mera anécdota, el tiempo de recordancia bajó de una hora y toda propuesta va al cajón donde se juntan las verdes, rojas, azules, amarillas o morenitas, ahí paran todas…Eso sí, me cuentan los plumíferos, pocos son los abanderados o abanderadas que andan caminando la legua y se meten duro a la chamba de conquistar el voto…A muchos les ha pasado factura el ánimo de la gente. Ya no es lo mismo, antes esperar la visita del candidato del partido era como una fiesta en fin de semana, literal. Hoy, hay que hacer mucha labor de convencimiento y aquí es donde la puerca tuerce el rabo. ¿Y cómo qué me van a dar? Pues va a saludar al candidato y él le explicará cuál es su proyecto y lo que hará por nosotros. Sí, entendido y copiado, pero ¿qué voy a ganar?…Pues que podrá hablar con el candidato saludarlo y explicarle la problemática de su colonia. Sí, me queda claro, pero ¿qué voy a ganar? No pues así no se puede. Efectivamente, me dicen que responden, así no se puede, menos cuando durante años nos prometieron y no cumplieron. Por cierto para darte cuenta de quienes no prenden, emplumado amarillo, no hace falta que te vayas de excursión. Híjole que fijados me salieron…Cierro pico. Shalom.