Por: Antonio Navalon
Desde el año 2006 en el que López Obrador le impidió al presidente Fox pisar San Lázaro para rendir su último Informe de Gobierno, los informes presidenciales han pasado de ser un documento político a un folleto del turismo mexicano.
Las dictaduras muestran sus resultados a través de obras: puentes, autopistas, trenes. Las democracias por su parte, lo hacen a través de sus conquistas materiales y de susactualizaciones morales.
Ahora el Informe de Gobierno que no es nada más que una sucesión de spots publicitarios filmados con actores que interpretan el papel de obreros, profesionistas, jóvenes y niños; se ha convertido en un triste espectáculo de una sucesión de hechos físicos, renunciando a las grandes conquistas estructurales que por ejemplo ha tenido este sexenio.
El Quinto Informe es el testamento político de un Presidente. Es la muestra de lo que pudo hacer en cinco años, ya que el sexto es puramente testimonial en relación a todo lo que había ofrecido hacer.
En ese sentido, es impresionante la ignorancia deliberada por falta de convicción o por imposición del guión, de lo que ha sido la carga más importante de este sexenio que es la realización de las grandes reformas.
Ver a un Peña Nieto que recorre el país y que habla de tú a tú con actores contratados para hacer el personaje del pueblo de México, sólo es el reflejo de que lo que tienen que mostrar son cosas buenas que también cuentan y quieren que sigan contando.
Y es que, olvidaron la carga moral de las ilusiones, las frustraciones y la aceptación de los errores como lo hicieron las lágrimas de José López Portillo. Porque con las situaciones que viven países tan desiguales como el nuestro no basta la buena voluntad o el amor al pueblo para poder cumplir lo que se les promete.
Bienvenidos sean los puentes físicos que unen los distintos puntos de la República, bienvenido sea el nuevo aeropuerto tan necesario, aunque nunca dejaré de reclamarle al entonces presidente Fox y a su secretario de Gobernación que cuatro macheteros frenaran a México en su desarrollo estructural.
Sin embargo, echo de menos otro puente, aquel que habla con humildad y con razón, aquel que entienda el corazón desangelado de los que buscan a los desaparecidos, los que tratan de asimilar tragedias como las de Ayotzinapa.
Porque los dirigentes, además de contarnos acerca del cemento que usaron para que podamos vivir mejor, tienen la obligación de hacer el balance moral de sus pueblos y de contestar si el país es mejor o peor cinco años después.
Estamos en el Quinto Informe de Gobierno, hemos llegado al testamento de Enrique Peña Nieto.
@antonio_navalon
El testamento de Peña
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