Por: Carlos Ramírez
Más que lo que dijo o no dijo el jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, sobre la venezolanización de México, la verdadera percepción del gobierno de Trump sobre México se mostró el pasado 5 de julio en Los Pinos.
Ese día el presidente Peña Nieto se reunió con el entonces secretario de Seguridad Interior estadounidense, general John Kelly, con la embajadora de Estados Unidos, Rigoberta Jacobson, y nada menos que con la presencia del director de la CIA (Agencia Central de Inteligencia). El tema fue el crimen organizado en México y las presiones de la Casa Blanca para obligar a México a aceptar mayor apoyo estadounidense, incluyendo tropas o policías armados.
La presencia más importante en esa reunión fue la del director de la CIA, Mike Pompeo, porque casi nunca participa en reuniones oficiales con jefes de Estado; su tarea es más bien clandestina, como jefe del ejército privado del presidente de EU con funciones para corromper, derrocar gobiernos y contratar espías locales.
Ahí mostró el gobierno de Trump una de sus formas de operar políticamente sobre los demás: aprovechar debilidades o errores para imponer formas intervencionistas de condicionalidad. Y desde luego, la utilización de esas debilidades para diluir exigencias a los EU como las presiones de México sobre la Casa Blanca para el tratado comercial o los migrantes.
El viaje de John Kelly –con grado de general, hoy es el jefe de gabinete de la Casa Blanca y se encarga de imponer las decisiones del presidente Trump, incluso fue el encargado de echar del gobierno al principal asesor Steve Bannon– a México mostró el indicio de que Washington va a operar el tema del crimen organizado como el principal instrumento de coerción. En este escenario hay que ubicar la filtración al The New York Times de la referencia de Kelly de que México va hacia una crisis de gobernabilidad como la de Venezuela, justo cuando México presiona a EU, vía el canciller Luis Videgaray sobre los temas del DACA, migrantes y el tratado comercial.
Los mensajes codificados de la Casa Blanca a veces son tan obvios que no parecen obvios: la asunción de la agenda México por parte de Kelly fue la confirmación de que el contacto de Videgaray en la Casa Blanca está siendo neutralizado: el yerno Jared Kushner podría salir de la casa presidencial por el Rusiagate y Kelly estaría centralizando en la jefatura del gabinete todos los temas mexicanos.
De ahí que la afirmación de Kelly deba ser evaluada en función de la presencia en Los Pinos del director de la CIA. Y esa referencia debe recordar los datos aportados por Bob Woodward en su libro Velo; las guerras secretas de la CIA: azuzado por un exagente de la CIA entonces dentro del Consejo de Seguridad Nacional, Reagan ordenó en 1983 a la CIA fabricar un reporte de inteligencia que señalara que México estaba rumbo al caos y que era el próximo Irán.
La maniobra no resultó: el encargado de redactar el reporte, que había sido jefe de la estación de la CIA en México, John Horton, se negó, renuncio y publicó un artículo en el The Washington Post denunciando que la CIA fabricaba reportes sin fundamento para desestabilizar países.
De ahí que habría que indagar la relación KellyCasa Blanca-CIA y el reporte que lo llevó a afirmar la venezolanización de México.
Política para dummies: La política es la sensibilidad para desconfiar más del amigo que del adversario.
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