Por: Carlos Ramírez H
Si hay alguna forma de medir el efecto político real del Frente Amplio Democrático PANPRD-MC en la coalición PRIgobierno, bastará revisar la mayoría de las columnas políticas y primeras planas que destacan la alianza antinatura entre el PAN y el PRD.
La falta de memoria política quiere olvidar que esa alianza opositora en el 2010 aplastó al PRI en las gubernaturas de Oaxaca, Puebla y Sinaloa y abrió expectativas para las presidenciales 2018.
El problema de fondo no radica en la supuesta naturalidad del agua y el aceite, sino en el hecho de que el PAN y el PRD no son agua ni aceite sino, junto con el PRI, representan fuerzas que se han asentado en el centro político ante el fracaso de las ideologías.
Un dato ya mencionado en esta columna podría ayudar a hacer un esfuerzo de comprensión del Frente amplio Democrático: según los padrones de militantes de los nueve partidos registrados con nombres y apellidos en el Instituto Nacional Electoral existe una totalidad de 10 millones de afiliados a esas nueve formaciones, apenas 10 por ciento del total del padrón electoral.
Este dato quiere decir que 90 por ciento de los electores carece de una ideología de identificación, no sin ni agua ni aceite: el PRD acredita 3 millones y el PAN apenas 300 mil, que serían, ellos sí, los guardianes del agua y el aceite ideológicos. Pero como el FAD necesitaría algo así como 16 millones de votos, los trece restantes no van a votar por ideología sino por algo más sencillo: la derrota electoral del PRI en las presidenciales de 2018, no por el agua o el aceite.
En este contexto, el FAD fue una jugada política maestra que dejó al PRI sólo con su alianza con el Verde. En las presidenciales de 2012 el Partido Verde le aportó al PRI en la votación final 5.5 puntos porcentuales, una cifra que ninguna encuesta le proporciona a los ecologistas, pues su banda 2018 se mueve entre uno y dos por ciento, insuficiente para el copete de votos que necesitaría el PRI para quedarse con la Presidencia.
La clave del FAD se localiza en la alianza de la oposición contra el PRI. La confluencia del centro-izquierda con el centro-derecha en un espacio de centrocentro será definida por una agenda sencillamente anti PRI elude cualquier consideración de agua y aceite; se trataría, en todo caso, de dos fuerzas opositoras débiles que unidas podrían construir una posibilidad de suma electoral. En Oaxaca en 2010, por ejemplo, el PRI aumentó 100 mil votos en la elección de gobernador, pero la suma de la oposición detrás de un solo candidato llevó a la derrota priista.
Lo de menos será, a estas alturas, la definición del programa de gobierno; el hecho de que el FAD se presente como un gobierno de coalición implica una novedad electoral que será bien recibida por el círculo violeta-azulado –mezcla de azul y naranja– que constituye una buena mayoría capaz de ganar votos.
La victoria del PRI en las elecciones de Oaxaca y Sinaloa de 2016 fue producto de la división de la oposición.
Las alianzas PAN-PRD han sido veneno político para el PRI; en 2010 el PAN y el PRI mexiquense firmaron un compromiso de no alianza PAN-PRD y el PRI ganó. Para 2018, el FAD podría significar la derrota del candidato presidencial priista.
Política para dummies: La política es la habilidad para entender que el objetivo es el final, no el comienzo ni lo intermedio.
indicadorpolitico.mx
indicadorpoliticomx@gmail.com
@carlosramirezh