Concebir el inframundo mexica es complejo e interesante. La conectividad que hay entre la vida y la muerte, es inherente a la existencia de deidades enfocadas a mantener los ciclos de la humanidad en calma y con absoluta continuidad.
En el Mictlán hay nueve niveles que las almas deben cruzar para acceder a su morada eterna; dependía de la forma en que morían, para saber cuál sitio les correspondía y así tener ofrendas adecuadas a este espacio del inframundo.
Eran Mictecacíhuatl y Mictlantecuhtli, quienes dominaban el Mictlán, les acompañaban dioses como Miquíztetl, la muerte, Miccapetlacalli, la tumba, también estaban las cenizas, conocidas como Nextepehuah, Nexoxcho, el miedo, Tlaltecuhtli, el desierto.
En tanto en la Tierra, las ofrendas se presentaban con un camino de flores de cempasúchil para recibir a las almas, el agua para mitigar la sed del largo viaje, sal, pan, alimentos y bebidas de la preferencia de las ánimas y otros objetos de valor sentimental.
Los nueve escalafones del inframundo tenían su nombre, por ejemplo, primero estaba el Itzcuintlán “Lugar en que vive el perro”, ahí los xoloizcuintles ayudaban a los difuntos a cruzar el río Apanohuacalhuia. Después, estaba Tepectli monamictlan, “lugar en que se juntan las montañas”.
Le seguía la Montaña de obsidiana como tercer nivel, denominada Iztépetl. El cuarto: Itzehecayan, “lugar de nieve” y la deidad Mictlecayotl reinaba ahí. El quinto era Paniecatacoyan, un sitio muy tétrico, donde no existía la gravedad. El sexto nivel era un sendero muy largo llamado Timiminaloayan.
El Teocoyohuehualoyan, la séptima morada, ahí comían los corazones, mientras que el octavo peldaño del Mictlán lo conocían como Izmictlan Apochcalolca, un cruce de aguas caudalosas. Por último, estaba el Chicunamictlan, sitio de nueva agua, donde reflexionaban lo bueno y malo que hicieron en vida.
Cuando los muertos lleguen este dos de noviembre, todo estará listo para recibirlos, listas las ofrendas, el papel picado, las calaveras de azúcar, la comida y las bebidas, como parte de una herencia más del México antiguo.