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#HerenciadelMéxicoAntiguo De amor, sexualidad y el universo

Carlos G. Alviso López
 

Mucho se ha hablado del cómo eran las relaciones amorosas en tiempos remotos, allá en la era del México prehispánico donde se entendía que el amor era colectivo, donde se basaba la unión de una mujer y un hombre en el comparativo de una batalla que disputaba la pareja cuando había de por medio contacto […]


Mucho se ha hablado del cómo eran las relaciones amorosas en tiempos remotos, allá en la era del México prehispánico donde se entendía que el amor era colectivo, donde se basaba la unión de una mujer y un hombre en el comparativo de una batalla que disputaba la pareja cuando había de por medio contacto físico entre ambos.

¿Por qué una batalla? Se decía que cuando una mujer quedaba embarazada, había ganado la contienda. Se hacía una fiesta y recordemos que para el mundo náhuatl la guerra era la base de su día a día, de ella obtenían prisioneros cuya sangre y sacrificio satisfacía a los dioses.

Existían deidades dedicadas al amor, enfocadas a mantener las emociones del enamoramiento. Era por ejemplo Tlazoltéotl, la diosa de la inmundicia, del sexo, de las relaciones prohibidas, de los encuentros amorosos furtivos y por supuesto, encargada de la fecundidad, además de proteger a las parteras y embarazadas.

Era ella también, sí, Tlazoltéotl, quien incitaba el deseo, activaba la lujuria y provocaba el adulterio, este último era penado en la sociedad mexica, pues había castigos crueles para quienes incurrían en esta práctica sexual prohibida por la moralidad de antaño.

Tetlaximaliztli, era como le llamaban al adulterio nuestros antiguos. Los castigos a esta transgresión iban desde la explosión pública y el desprecio, hasta la muerte por lapidación, ahorcamiento, decapitación o el desprendimiento a mordidas de la nariz del adúltero por parte del ofendido.

En situaciones amorosas el universo y los dioses estaban inmiscuidos. Esos sentimientos eran comprendidos por la gente como un regalo divino que había que cuidar y mantener vivos todos los días. Había que respetar a la pareja y a los órganos sexuales femenino y masculino se les veía de forma venerable.

Tanto la fertilidad, el enamoramiento y la sexualidad tenían referencia en la naturaleza, y además quedaron inscritas en pinturas y códices que hasta hoy dan testimonio y nos relatan que el amor y su conjunción de emociones son una herencia más del México antiguo.