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Opinion

#HerenciadelMéxicoAntiguo El mitote: danza ritual de adivinadores y guerreros

Carlos G. Alviso López

Hay quienes a la fecha refieren algún disturbio o fiesta como un “mitote”, cuya connotación nos viene en mente un evento desordenado o algún jolgorio donde se la pasa uno bien, pero su contexto y esencia nos lleva más allá de eso, sus orígenes merecen remontarnos a siglos atrás.

Bailarín es lo que significa mitote en voz náhuatl mitotiqui y está plenamente relacionada con lo sagrado, con dar gusto y placeres a las deidades por medio de la danza, para estar protegidos por ellos al momento de ir a batalla y así vencer al enemigo, varios aseguran que la danza del mitote era una reunión de adivinadores y sabios.

Al mitote se le consideraba algo divino, fuera de lo que hoy podemos entenderlo, dado que eran un conjunto de danzas, cuyos movimientos, coordinación y ejecución estaban perfectamente bien planeadas en concordancia con los astros, el cosmos y la cumplimentación de las exigencias de los seres supremos.

A estos rituales se les conocía como Mitotiliztli. Pero, ¿en qué consistía el mitote en los tiempos prehispánicos? Se reunían grupos numerosos de danzantes, se tomaban de las manos para formar un enorme círculo y en medio ponían una vasija que al interior guardaba una bebida sagrada, para después hacer resonar los tambores y comenzar a bailar.

Durante un gran tiempo los danzantes hacían sus bailables, pedían con fervor mientras tomaban hasta embriagarse. Todo era parte de esta tan importante práctica ritual con el objetivo de recibir protección en la guerra o simplemente darle gusto a quienes conformaban la cosmogonía mexicana antigua.

Al día siguiente, el grupo de danzantes estaba listo para tomar un descanso, ese descanso posterior al mitote que les traía consigo a los bailarines paz y serenidad espiritual por haber atendido de esta forma artística a sus dioses.

Así pues el mitote no solamente era un tumulto, algo desordenado o una llana fiesta que acaba al amanecer, sino un legado de la danza antigua prehispánica que preparaba a los guerreros y comunicaba a sabios con las deidades, hoy una herencia más del México antiguo.

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