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#HerenciadelMéxicoAntiguo El Perverso Plan

Carlos G. Alviso López
 

Hace ya miles de años, Coatlicue, la mujer de la falda de serpientes, hacia penitencia. Acostumbraba ella a estar tranquila, reflexionando lejana a distracciones, pues sus pensamientos los fijaba a cumplir con los encargos que tenía para hacer una mejor estadía de los mortales. Ella se encargaba de controlar a todos los seres que aparecían […]


Hace ya miles de años, Coatlicue, la mujer de la falda de serpientes, hacia penitencia. Acostumbraba ella a estar tranquila, reflexionando lejana a distracciones, pues sus pensamientos los fijaba a cumplir con los encargos que tenía para hacer una mejor estadía de los mortales.

Ella se encargaba de controlar a todos los seres que aparecían en el cielo nocturno, aquello que hacían de la oscuridad su forma de vida, esos que vivían resguardados por la noche y sus misterios. Eran estos personajes los que daban equilibrio al día, a la luz y la luminosidad del sol sin escatimar ninguna acción para ello.

Coatlicua estando concentrada en esas sus encomiendas para la humanidad, de pronto, sin percato alguno, bajó de lo más alto del firmamento un cúmulo de plumas finas las cuales llamaron su atención y las tomó con mucho cuidado, hasta con cierto temor, las guardó consigo y sin darse cuenta de ello, quedó embarazada.

De su vientre pronto nacería Hutzilopochtli, el “Colibrí Zurdo”, en náhuatl, deidad de la guerra, dios por el cual se dedicó la vida cotidiana de la Gran Tenochtitlan. Al enterarse de este acontecimiento, Coyolxahuqui y los cuatrocientos surianos, todos hijos de Coatlicue y hermanos de Hitzilopochtli, idearon el perverso plan de matar a su madre.

La envidia y la poca generosidad fueron la esencia de esta desdibujada reunión de los descendientes de Coatlcue. Al ser concebido Huitzilopochtli, la primera noticia que recibió en su llegada al mundo fue la de los propósitos del perverso plan, esto lo enfureció y decidido a defender a su madre, decapitó a Coyolxahuqui y enfrentó a los cuatrocientos surianos.

Después de salir victorioso, dicen que de este sucedido nacieron las estrellas, el cielo, con él el amanecer y el Sol, todo ello una herencia más del México antiguo.

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