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#HerenciadelMéxicoAntiguo El trueque y los tianguis

Carlos G. Alviso López
 

Siempre ha existido la necesidad de subsistir con base en intercambios comerciales de mercancías o servicios. En tiempos de antaño, la sugerencia de dar objetos como pieles, algodón, semillas, alimentos y minerales o metales preciosos, marcó una nueva era económica entre la civilización prehispánica. Inmersos en el bullicio de los mercados, la oferta de infinidad […]


Siempre ha existido la necesidad de subsistir con base en intercambios comerciales de mercancías o servicios. En tiempos de antaño, la sugerencia de dar objetos como pieles, algodón, semillas, alimentos y minerales o metales preciosos, marcó una nueva era económica entre la civilización prehispánica.

Inmersos en el bullicio de los mercados, la oferta de infinidad de mercancías, trazaba la ruta de muchos comerciantes que previo a la instalación de sus productos, detrás de ello, tenían una logística de recolección o producción de estos.

Los mercaderes estaban prestos para que sus marchantes vinieran hacia ellos por verduras, maíz, granos de distintos tipos, frutas, joyas, pieles, a veces conchas de mar y caracoles provenientes de lejanas costas, así como un sinfín de artículos de su predilección.

Era impensable en ese tiempo el contar con monedas, pues simplemente el proceso de acuñarlas ni siquiera estaba en mente de nuestros antepasados mexicanos, mucho menos el fabricar billetes. Era más práctico, ya que utilizaban el truque o intercambio, sin embargo, no era tan sencillo.

Y no era tan fácil determinar la equiparación del valor, por ejemplo, de una piel de ocelote con una joya o costales de cacao por una quachtli, que era una manta de algodón fino y detallado. Así en general fue haciéndose una especie de tabulador de lo que valía cada mercancía, en qué cantidades y características.

Había trueques que en nuestra era sería estridentes, exagerados y hasta de lesa humanidad como el cambalache de una persona en esclavitud por aves preciadas como los quetzales o por enormes trozos de obsidiana para hacer puntillas o armas filosas para la guerra.

Los sistemas económicos de Mesoamérica dieron paso a fortalecer espacios públicos y de tradición como son los mercados o tianguis (tianquiztli) en nuestra República Mexicana, donde por generaciones se ha legado el ser comerciante o pochteca en náhuatl, hoy una herencia más del México antiguo.