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#HerenciadelMéxicoAntiguo Las arrugas de Huehuetéotl y el pasar de los años

Carlos G. Alviso López
 

Todos somos una mezcolanza de ideas, de costumbres, de vidas pasadas, de conocimientos y convivencia familiar. Así, de este modo, se expresaban los más viejos de la comunidad. Era el dios Huehuetéotl, quien acumulaba todas las historias de hombres, de mujeres, niños y hasta animales de la era prehispánica. La deidad del fuego viejo, de […]


Todos somos una mezcolanza de ideas, de costumbres, de vidas pasadas, de conocimientos y convivencia familiar. Así, de este modo, se expresaban los más viejos de la comunidad. Era el dios Huehuetéotl, quien acumulaba todas las historias de hombres, de mujeres, niños y hasta animales de la era prehispánica.

La deidad del fuego viejo, de la flama eterna, tenía cara arrugada, en cada pliegue de su rostro se enclavan historias infinitas de la humanidad. Esa cara marcada por los siglos y la eternidad, se puntualizaba el tiempo y su transcurso detallado en el paso de los años, esa faz que tiene el aquí y el ahora.

Si bracero, el cual siempre trae encima de la cabeza, era de importancia para sostener el cosmos, para dar vida a un ciclo nuevo cada cincuenta y dos años, para revivir esperanzas y avisar al sol que debía continuar su transcurso en el universo y con sus luminosos rayos, dotar de energía a los sembradíos de maíz.

Volviendo a lo característico de su cara, podemos decir que las arrugas a diario se le multiplicaban, al albergar los pasares de la gente y sus vividas experiencias. Por eso, se dice que los viejos llevan en su ser el cúmulo de sabiduría que la vida en el orbe les ha dejado minuto a minuto.

Los consejos, la paciencia, la guía de los pueblos siempre está segura en mujeres y hombre de avanzada edad que se denota en sus canas y su cansancio que no es otra cosa que el haber entendido el cómo de las cosas, el porqué de las circunstancias y el para qué de las emociones.

Es entonces que el tiempo cobra lo que algún día proporcionó en abundancia, como la juventud, la viveza, la fuerza, la fortaleza física, al envejecer todo a su transcurrir. Por eso, al llegar la muerte de los ancianos, son recordados y perpetuados en el corazón de quienes los siguieran amando. Huehuetéotl es el dios que nunca declina sus esfuerzos para que todo continúe como lo conocemos hasta hoy, es quien se esfuerza para que las arrugas, la vejez y el paso de los siglos es concebido como una herencia más del México antiguo.