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#HerenciadelMéxicoAntiguo Mictlanpapalótl, almas que visitan la tierra

Carlos G. Alviso López
 

Las familias de nuestros antepasados mexicas, acostumbraban a oler las flores por un costado de éstas más no por encima de ellas, pues se consideraba una falta de respeto y el motivo era muy simple: no se olían por arriba ya que ese derecho solo era para las mariposas, que eran considerados almas de niños […]


Las familias de nuestros antepasados mexicas, acostumbraban a oler las flores por un costado de éstas más no por encima de ellas, pues se consideraba una falta de respeto y el motivo era muy simple: no se olían por arriba ya que ese derecho solo era para las mariposas, que eran considerados almas de niños que visitaban el mundo terrenal.

Conocidas como mariposas del inframundo o en náhuatl mictlanpapalótl, su nombre era generalizado para las diversas especies, pero principalmente así se denominaban a las mariposas negras, de enormes dimensiones y de aspecto oscuro. A ellas, se les relacionaba con el espacio de los muertos.

Tenían la creencia de que su sola presencia auguraba alguna desgracia significativa en alguno de los integrantes de la familia, es decir, el fallecimiento repentino de algún ser querido, sin embargo, había otras percepciones como el que su visita se debía a un especial permiso de Mictlantecuhtli, otorgado a un infante para visitar su casa.

De acuerdo con un mito mexica, se dice que la primera vez que Quetzalcóatl hizo su aparición en la Tierra para hacer contacto con los seres humanos, fue a través de una crisálida que tiempo después maduró para convertirse en una preciosa mariposa, que emprendió el vuelo para reconocer los lugares del planeta.

Insistiendo en la mariposa negra, por cierto, proveniente de nuestro México, cuya vida es nocturna y tanto su quietud como el poco temor que le tiene a las personas, dio pie a este tipo de relatos enfocados a que eran almas que deambulaban y más aún, porque su presencia es mayor en octubre, en vísperas de los días de muertos.

Las mictlanpapalótl eras las intermediarias entre la vida y la muerte, sus alas y su negra apariencia eran las que permitían al piochtli (alma) materializarse y una vez más resurgir en el plano terrenal.

Era de tal forma, que la convivencia discreta, pero directa entre los difuntos y su gente amada, podían regocijarse con un reencuentro breve, al revolotear las mictlanpapalótl entre flores y la entrada de sus casas, leyenda que es una herencia más del México antiguo.