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Opinion

#HerenciadelMéxicoAntiguo Pastorelas en el México prehispánico

Carlos Alviso

Es sabido que, el arte teatral fue una herramienta valiosa para la transformación de la ideología que se tenía en el México prehispánico, ya que las escenificaciones con mímica, apoyadas por movimientos corporales y algunos otros elementos, ayudaban a romper las barreras del lenguaje.

Con la llegada a México de la orden Franciscana en 1524, se comenzaron a evangelizar de forma intensiva, a las distintas comunidades étnicas, primordialmente de habla náhuatl, y ello fue a través de representaciones teatrales como las pastorelas, donde la carga religiosa cristiana era la esencia.

De acuerdo a los registros históricos, refieren que, por órdenes de Fray Juan de Zumárraga, se montó la primera pastorela en 1530, llamada Farsa de una Navidad Gozosa de Nuestro Salvador y, posteriormente, en 1550, Fray Andrés de Olmos escribió la primera pastorela en náhuatl titulada La Adoración a los Reyes Magos.

Existe un detalle curioso que debemos acotar, ya que el nombre de pastorelas se les da a estas representaciones escénicas hasta el siglo 19, anteriormente se les conocía como Coloquio de Pastores, sin embargo su trama ha sido siempre la misma, es decir, la lucha entre el bien y el mal en el nacimiento de Jesús.

Para que los antepasados mexicanos fueran adoptando la religión católica como su única fe y creencia espiritual, los actores españoles exaltaban los actos sacramentales, mezclaban personajes humanos y divinos como el arcángel San Gabriel, quien anuncia el nacimiento del Redentor.

Las peripecias de los pastores para llegar a Belén, la constante batalla entre el demonio y los ángeles, dio pie a la conclusión de todo el espectro y cosmovisión de las múltiples deidades que tenían los mexicas, por ejemplo, al dar paso a otro tipo de creencias alejadas del politeísmo.

Hace casi quinientos años, surgieron las pastorelas en nuestro país, fueron eje toral para cristianizar a los naturales del Ombligo de la Luna, pero no fue de un día a otro este proceso de mestizaje, sino de constancia y evolución teatral, dejándonos una herencia más del México antiguo.

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