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#HerenciadelMéxicoAntiguo Pozole: Manjar de nuestro México Antiguo

Carlos G. Alviso López
 

Desde siempre ha sido tópico de nuestra gastronomía, pero su ancestral preparación resulta un tanto macabra para la mayoría en la actualidad. El pozole del náhuatl pozolli, es decir espuma, los mexicanos de antaño solían cocinarlo con carne humana de prisioneros cautivos en batallas. Los desafortunados perdedores de contiendas bélicas eran desmembrados en honor a […]


Desde siempre ha sido tópico de nuestra gastronomía, pero su ancestral preparación resulta un tanto macabra para la mayoría en la actualidad. El pozole del náhuatl pozolli, es decir espuma, los mexicanos de antaño solían cocinarlo con carne humana de prisioneros cautivos en batallas.

Los desafortunados perdedores de contiendas bélicas eran desmembrados en honor a la celebración de Xipe Totec, el desollado, en una ceremonia llamada Tlacaxipehualiztli. Pero, ¿cómo era el ritual? A los capturados se les amarraba de la cintura a la Piedra del Sol, denominada temalacatl, para después ser sacrificados por un guerrero.

La distribución de las extremidades se hacía de la siguiente manera: el muslo derecho siempre lo comía el Huey Tlahtoani como agradecimiento y respeto. El muslo izquierdo y ambos brazos, pertenecían al guerrero captor, pero no podía comerlos, eran sus familiares y compañeros de dicho guerrero victorioso quienes los engullían.

Los granos de maíz cacahuazintle, se precocían en agua con un toque de cal, el cual se dejaba reposar toda la noche, posterior al primer hervor. Al amanecer se despellejaban estos granos y se colocaban en enormes ollas de barro y se complementaban con los brazos y piernas de los sacrificados.

Las ollas se colocaban en tres piedras consideradas ceremoniales y al terminar el proceso de cocción los granos estallaban; decían los mexicas que cuando eso sucedía era porque estos se habían convertido en blancas flores nutritivas provenientes del alimento sagrado, como era considerado el maíz por los prehispánicos.

La Gran Tenochtitlan fue testigo de la elaboración de este platillo sazonado por sus habitants, que gustaban de la antropofagia, práctica privilegiada y exclusiva de gobernantes, guerreros y nobles, según Fray Bernardino de Sahagún en su escrito Historia general de las cosas de la Nueva España.

Puede para algunos sonar repugnante o aberrante, pero recordemos que en esa época la cosmovisión era otra y es así que con la llegada de los españoles al pozole se le agrega carne de cerdo o pollo siendo una herencia más del México Antiguo.