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#HerenciadelMéxicoAntiguo Quecholli, venus y los cazadores mexicas

Carlos Alviso
 

Las festividades y rituales de los mexicas se regían por el tonalpohualli, que era el calendario de aquellos entonces, conformado por 360 días, dividido en 18 meses de 20 días, donde se marcaba las grandes ceremonias dedicadas a actividades y por ende, a sus respectivas deidades. La participación activa de la comunidad sacerdotal y por […]


Las festividades y rituales de los mexicas se regían por el tonalpohualli, que era el calendario de aquellos entonces, conformado por 360 días, dividido en 18 meses de 20 días, donde se marcaba las grandes ceremonias dedicadas a actividades y por ende, a sus respectivas deidades.

La participación activa de la comunidad sacerdotal y por supuesto, las personas del común, hacían de la organización de las fiestas, todo un proceder ceremonial para cumplir con la satisfacción de sus dioses, las exigencias de estos, y por supuesto, el transcurrir de la vida en franca tranquilidad.

La mayoría de los festejos se hacían de noche, en espera del alba y con ella, la aparición de la estrella de la mañana, Venus. Uno de estos actos ceremoniales era el llamado Quecholli, dedicado a la caza de aves y animales para el sustento de las familias, donde diversas actividades la conformaban.

En el templo dedicado al dios de la guerra y los actos bélicos, Huitzilopochtli, se fabricaban, desde muy temprano, flechas con puntas filosas de obsidiana; algunos otros grupos de personas, llevaban ofrendas a los panteones de guerreros fallecidos, para honrar su valentía.

Los sacrificios no estaban exentos en el Quecholli, pues se capturaban animales vivos para ello. Además, la muerte de prisioneros cautivos de las batallas perdidas, se ofrendaban a Coatlicue y Mixcóatl, para mantener una buena producción de pulque, la bebida de dioses.

Pero una de las principales actividades rituales del Quecholli era el subir al Zacatépetl, el cerro de hierba seca, lugar especial dedicado a las actividades de cacería y práctica de los neófitos de dicha actividad. Ahí, se entrenaban a jóvenes para utilizar las armas de caza.

Tiempos remotos anteceden a la veneración y festejo de la cacería, actividad que era regida por la aparición de Venus en el manto estelar y cuyos procesos quedaron registrados en el Códice Florentino de Fray Bernardino de Sahagún para ser una herencia más del México antiguo.