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Opinion

#HerenciadelMéxicoAntiguo Sustento y abundancia para la tierra

Carlos G. Alviso López

Él habitaba uno de los cielos, el decimotercero, según la estructura celestial mexica. Era Tonacatecuhtli, encargado de la fertilidad de la tierra, los campos, las aguas y montañas, para que la prosperidad y abundancia siempre fuera una constante en la vida de nuestros antepasados.

El señor de nuestro sustento, es lo que significa su nombre, pero más allá de la etimología de su denominación, Tonacatecuhtli era venerado con alto fervor para siempre tener su gracia y bondad y de ese modo no faltaran alimentos para nutrir a la humanidad y asegurar su posteridad y presencia en el mundo.

Cuentan que vivía en el Omeyocan, allá en las alturas cósmicas, que era el sitio de la dualidad, mismo que compartía con su consorte Tonacacíhuatl. Esta pareja divina, dicen, se fundía en una sola presencia, con su mística se mantenían también ocupados en la creación de almas humanas para enviarlas a la Tierra.

Ellos en conjunto eran dueños de la creación, de la magia y esencia espiritual que daba personalidad a los habitantes de México, influían en su alma y comportamientos. Aseguraban que su benevolencia estaba inscrita en cada uno de los corazones de mujeres y hombres, pues regían los sentimientos mundanos.

Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl engendraron cuatro hijos, cuatro deidades que se convertirían en las más importantes y destacadas del panteón azteca y su cosmogonía. Ellos fueron Quetzalcóatl, Huitzilopochtli, Tezcatlipoca y Camaxtli, cuarteto que intercedió con su poderío para la creación del mundo.

Los proveedores del alimento diario en todo momento fueron bondadosos con la gente, labraron el destino habitual del día a día en nuestros antepasados, se entiende que por su sabiduría dividieron la fuente de los sustentos en Mar y Tierra para que se tuviera a la mano flora y fauna en ambas partes.

Fue así que la dualidad de Tonacatecihtli y Tonacacíhuatl dieron comida y a su vez crearon las características fundamentales de los seres a través de las almas, por esas razones el Mundo continúa hasta nuestros días con sustento y abundancia que son una herencia más del México antiguo.

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