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#HerenciadelMéxicoAntiguo Xochiyáoyotl y su ritual de la Guerra Florida

Carlos G. Alviso López
 

Ese día era muy especial e importante. Me refiero al día en que los guerreros saldrían a combatir. Todo estaba dispuesto en la esplendorosa ciudad del Lago de Texcoco para iniciar un especial ritual que daría a los integrantes del ejército la fuerza y temple necesarios con  encomienda a Huitzilopochtli. Esta deidad, decían, les dotaría […]


Ese día era muy especial e importante. Me refiero al día en que los guerreros saldrían a combatir. Todo estaba dispuesto en la esplendorosa ciudad del Lago de Texcoco para iniciar un especial ritual que daría a los integrantes del ejército la fuerza y temple necesarios con  encomienda a Huitzilopochtli.

Esta deidad, decían, les dotaría de suma fortaleza para salir victoriosos y retornar de la Xochiyáoyotl (Guerra Florida) con un cúmulo de prisioneros que serían ofrendados para la continuidad de la vida y gracia de los dioses de antaño.

Antes de ir al campo de batalla, los guerreros iban acompañados de sus mujeres, era demasiado crucial que asistieran, ya que la presencia femenina pondría en alto la creación de la vida y recordaría a los soldados mexicas la trascendente dualidad para la continuación de la especie.

Se comenta que, Moctezuma Ilhuicamina y sus sacerdotes, todos ellos ataviados de sus más resplandecientes joyas, atuendos y tocados, se congregaban en la monumental explanada del Templo Mayor para iniciar la ceremonia previa a los campales encuentros bélicos.

Los caballeros águila, se presentaban con sus imponentes armas como el macuáhuitl, que era una especie de mazo alargado, cuyos extremos estaban acompañados de filosas puntas de obsidiana, escudos de madera maciza, corazas de algodón endurecidas con sal, así como los macuahuitzoctli, arma similar al macuáhuitl, solo que más pequeña.

Estos valerosos hombres tenían que sangrarse la yemas de los dedos, con una pequeña incisión hecha por una puntiaguda espina de maguey y en ocasiones se pinchaban el lóbulo de las orejas, como mero simbolismo de la disposición entrañable que tenían para otorgar su vida en batalla.

Las órdenes eran precisas, estaban dadas a quienes comandaban los batallones y eran muy simples: traer prisioneros que serían sacrificados en pos de congraciarse con las deidades para proveer sustento, de tal manera que la Xochiyáoyotl o Guerra Florida y su ritual quedaron plasmados en nuestra historia y raíces, hoy una herencia más del México antiguo.

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