La hoy conocida península de Yucatán es semillero de sucedidos, hechos y crónicas prehispánicas que hasta nuestros tiempos forman parte de nuestra historia e identidad mexicanas. Una de ellas, es la que narra la leyenda de la hermosa flor de Xtabentún, donde dos mujeres totalmente opuestas la protagonizan.
Xtabay era su nombre, pero en el pueblo la conocían como Xkeban, que significa prostituta. Ella era joven, hermosa, provocativa y seductora. Aprovechando sus dotes de belleza, ofertaba a todo viajero, sus atractivos carnales con suma pasión, la cautivadora mujer vivía a unos cuantos metros de Utzcolel.
Utzcolel, quiere decir mujer decente. Ella soberbia, despreciaba a los pobres, humillaba a los que más necesitaban, no conocía la pulcritud, pero su hipocresía la respaldaba que de la comunidad tuviera alto reconocimiento por fingir honestidad en sus comportamientos, pues creían, jamás había transgredido la moralidad.
Cabe resaltar que este relato podría pensarse en un obvio antagonismo entre ambas doncellas, la buena y la mala, pero no, era algo controversial, porque en efecto, había una mujer con un corazón bondadoso con ánimos de socorrer a los desvalidos y era Xtabay, a pesar de lo que se pueda suponer perniciosamente de ella.
Recorría extensas veredas, abrumada por el con el fin de atender a enfermos y desamparados al despojarse de sus joyas y bienes para lograr este cometido. Además de la lejanía e inclemencias del tiempo, debía soportar vejaciones y vituperios de la gente que la tachaba de pervertida.
Le pasaron muchos acontecimientos injustos, en su mayoría malos entendidos que dejaban en una posición incómoda a Xtabay. Un día, los vecinos se preguntaban por qué no había salido de su hogar, además, durante días atrás, de su casa emanaba un fino y exquisito olor.
Tal fue la sorpresa que después de abrir la puerta de sus aposentos y encontrarla muerta, fueron a enterrarla y de su tumba nacieron pequeñas florecitas de aroma encantador que hoy conocemos como Xtabentún y es una herencia más del México antiguo.