El día finalmente llegó. El viernes pasado, Donald Trump se convirtió en el presidente de los Estados Unidos, empezando una era marcada por el proteccionismo y la nostalgia por la supuesta “grandeza americana”. Como parte de sus primeras acciones ejecutivas, instruyó la construcción del dichoso muro y sacó a los Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica, temas que seguramente serán tratados en la visita del presidente Peña Nieto a Washington la próxima semana.
Como lo compartí hace una semana, estamos ante una ventana de oportunidad amplia, lo que debe propiciar una estrategia serena y realista, dejando a un lado el pánico, que fortalezca la relación bilateral con nuestro mayor socio comercial. Por ello, el presidente presentó ayer una serie de medidas que habrán de regir nuestra interacción, cimentados en la soberanía nacional, el respeto al Estado de Derecho y la búsqueda de un mayor progreso para América del Norte.
Entre las medidas destaca la protección del migrante, ya que se buscará firmemente que exista un compromiso del gobierno de Trump para garantizar el trato justo hacia nuestros connacionales. Asimismo, el libre intercambio comercial y la generación de un mayor valor agregado, tanto para México como para Canadá y Estados Unidos, deberán ser la prioridad a la hora de sentarse en la mesa de negociación. Principalmente, México debe mostrarse como un polo que es y seguirá siendo atractivo para la inversión y la generación de riqueza.
Estamos ante un momento fundamental en la relación México-Estados Unidos, que demanda seriedad e inteligencia para reforzar lo que hemos conseguido. No me cansaré de decir que siempre, pero más ahora, debemos asumir el compromiso para trabajar en equipo. Superar esta coyuntura así lo exige.
Nuestro Dato: A noviembre del año pasado, las remesas enviadas desde Estados Unidos durante 2016 superaron los 24 mil millones de dólares.