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De nueva cuenta la estrategia mexicana de seguridad nacional con los Estados Unidos ha quedado rezagada: mientras la designación de un nuevo embajador mexicano se centró en el tema consular y de defensa de los migrantes, las prioridades de la Casa Blanca no están en los candidatos sino en las oficinas estadunidenses de inteligencia y seguridad militar.

La geopolítica vecinal percibe a un gobierno mexicano preocupado por el corto plazo y la imagen, mientras los mexican desk u oficinas de asuntos mexicanos han aumentado las presiones sobre México:

Los desplantes de Trump para priorizar a México de nueva cuenta como problema número uno de seguridad de los EU, las tres intervenciones de Hillary Clinton sobre México en los temas de torturas, los 43 que dijo que eran 42 y la exigencia de controlar torturas de militares, las notas del The New York Times acusando a Mexico con informaciones sin verificar ni equilibrar, los reportes del Departamento de Estado sobre derechos humanos y la aprobación por los republicanos de la embajadora Roberta Jacobson más por interés de Trump que de Obama.

Lo malo es que en las prioridades mexicanas no aparece el factor estadounidense. Desde México se enfoca el tema de los EU como un asunto de imagen en los medios extranjeros, aunque se siguen careciendo de verdaderos gestores mediáticos. El ex presidente Salinas de Gortari logró una buena imagen en los medios de 1989 a 1993 porque se dedicó en persona a dirigir la estrategia mediática.

México encara cuando menos dos años de redefiniciones de las relaciones políticas y estratégicas con Washington, luego de casi ocho años de desdén del gobierno de Barack Obama. El casi seguro candidato republicano Donald Trump encontró en México uno de los temas centrales de la agenda, dinamizado por la equivocada respuesta violenta de grupos migrantes tratando de reventar mítines de Trump que no hacen más que darle la razón al precandidato respecto a los pasivos con los migrantes mexicanos.

El defecto de la estrategia mexicana con los EU radica en la resistencia a enfocarla como el asunto número uno de seguridad nacional de México. México tiene intereses geopolíticos no trabajados. El reciente cambio en la embajada mexicana en Washington estuvo motivada por el tema de migración de Trump y no por un replanteamiento bajo el enfoque de inteligencia y seguridad nacional.

Pero las tres declaraciones de Hillary Clinton mostraron el complemento de la agenda estadounidense sobre México: las presiones usando mañosamente el tema de los derechos humanos, pero con el agregado que aún no ha sido examinado a fondo por México: la declaración de Hillary contra el ejército mexicano por un caso de tortura que el alto mando militar ya había atendido con firmeza.

Los años que vienen serán vitales para la soberanía mexicana por el refuncionamiento del complejo militar-industrial y ahora financiero que está detrás de los candidatos a la presidencia. Las agendas mexicanas de Trump y Hillary no sólo van a determinar el rumbo del 2016 local, sino que anuncian desde ahora anuncian presiones crecientes sobre Mexico para meterse en el proceso de elección presidencial del 2018.

En este contexto, Mexico necesita mucho más que el mero cambio de embajador y que la preocupación por la agenda de los migrantes. Pero es la hora en que Mexico no se atreve a fijar su agenda de seguridad nacional e intereses nacionales con los EU.

Política para dummies: En política hasta lo que ya pasó es incierto.

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