Cuando los corresponsales extranjeros comenzaron a llegar a México en los 80 a descubrir su dinámica política, algunos buscaron al entonces principal columnista político Manuel Buendía, de Excélsior. Con sentido del humor, Buendía le dio a los enviados una clave para entender el poder a la mexicana:
–En política mexicana dos más dos nunca suman cuatro.
A pesar de haberse tropezado varias veces con el mismo problema de la incomprensión de la política mexicana, algunos enviados extranjeros siguen repitiendo errores de interpretación. Esta semana el flemático diario inglés The Financial Times vaticinó que el “fracaso económico” del Gobierno mexicano actual coloca a Andrés Manuel López Obrador “más cerca” de la Presidencia de la República, aunque no dice si en 2018, en 2024, en 2030 o en 2036.
El problema de incomprensión de la racionalidad política mexicana es potenciada por medios mexicanos que andan a la caza de malos augurios para el grupo gobernante. Sin embargo, la dinámica electoral mexicana en 2016 definirá al 2018 y dependerá de tres factores que nada tienen que ver con la economía: estructuras electorales de los partidos, abstención electoral y cohesión partidista.
En este sentido, Manlio Fabio Beltrones no fue enviado al PRI nacional a un día de campo o en una acción para alejarlo de la candidatura Presidencial, sino para reconstruir las maquinaria electoral del PRI. El PAN, el PRD y Morena es la hora en que no han entendido que el factor de movilización electoral en el 2018 será diferente al del 2000 por cinco razones: Enrique Peña Nieto no es Ernesto Zedillo, el PRI tampoco le ha quitado aspirantes presidenciales al Presidente de la República, la crisis económica actual no ha disparado las tasas de interés bancarias que provoquen pérdida de bienes muebles e inmuebles, la base electoral priista es de 25 por ciento más 5 por ciento del Verde y la oposición sólo puede ser competitiva si se une en una candidatura PAN-PRDMorena.
En realidad, es la oposición la que está cometiendo en las elecciones de gobernador los errores del PRI en el 2000: divisiones internas, imposibilidad de alianzas entre partidos y perfiles negativos de candidatos. Y al mismo tiempo ha sido incapaz de aprovechar los escenarios novedosos del debate político: las redes sociales como espacio público y no diván de siquiatra, los medios de comunicación abandonados por el PRI y el ambiente internacional antiPRI.
Un dato no han sabido leer los enviados de prensa extranjera: en las encuestas que benefician a la oposición con el primer lugar existe una pregunta clave: ¿quién cree que ganará las elecciones?; y la respuesta es siempre la misma: el PRI. Ello quiere decir que las elecciones no las gana el más popular, simpático o antisistémico sino el que posee el mejor aparato electoral.
El PRI está estrenando en las elecciones del 2016 una nueva estructura de poder: la inteligencia política, es decir, la recopilación de información delicada sobre partidos opositores y candidatos para definir estrategias de acción política.
Por eso los candidatos del PRI desdeñaron los perfiles éticos, de encuestas o de alianzas sociales.
En este contexto, las elecciones de gobernador de este año serán un laboratorio político de la nueva estructura político-electoral-de inteligencia del PRI para el 2018 con nuevos mecanismos de poder. La oposición, en cambio, sigue hundida en la ingenuidad de la vieja política.
La diferencia es una: el 2018 no será el 2000 sino el 2016.
Política para dummies: La política es la confusión de la claridad.
CARLOS RAMÍREZ
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@carlosramirezh