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Como era de esperarse, la ambición de poder ya dio cuenta de los independientes. Sin embargo, las elecciones se van a decidir no por el perfil de los candidatos sino por los aparatos electorales.

El primer paso en falso se dio por el académico y ex canciller foxista Jorge G. Castañeda: el martes se reunió con el ex presidente Vicente Fox y logró su apoyo político público. Ahí se definió uno de los perfiles negativos de los independientes: una cosa es no representar a ningún partido y apelar al voto de los ciudadanos sin partido – más o menos el 60 por ciento del electorado– y otra depender del apoyo de estructuras del establishment del poder.

Castañeda quiere construir, para el 2018, un modelo político como el de Fox en el 2000: una candidatura no partidista, pero con el voto de las formaciones de uno de los partidos dominantes.

En el 2000 Fox no fue un independiente; ni siquiera se pudo considerar un externo del PAN. En los hechos, Fox fue un panista que logró construir “una fuerza panista medio panista” dentro del PAN.

Al final, Fox ganó por la alianza entre el panismo tradicional con el panismo no militante.

Un espacio que ayudó a Fox en el 2000 fue la formación de un bloque histórico intelectual no panista que vio en Fox la oportunidad de imponer un carisma político que definiera un proyecto de democratización progresista: Castañeda, Federico Reyes Heroles, Adolfo Aguilar Zinser, Sergio Aguayo. El voto útil de la izquierda hizo ganar a Fox, pero fue el primer voto que traicionó Fox. Por eso Castañeda no duró en el gabinete: el compromiso fue que Fox operara como un espacio intermedio de transición fuera de los partidos para transitar en el 2006 a la candidatura no partidista de Castañeda.

Pero Castañeda representa algunos poderes fácticos, sobre todo el de Televisa donde ha encontrado espacio permanente para posicionar su imagen. Ahora apareció Fox como su aliado público, pero el mismo Fox que pactó vía Marta Sahagún con Televisa de Emilio Azcárraga Jean y Bernardo Gómez. Y con Castañeda aparece Héctor Aguilar Camín, el intelectual beneficiario del salinismo vía Raúl Salinas de Gortari y diseñador del proyecto ideológico de Carlos Salinas de Gortari.

Así, los independientes sólo aparecen lejanos de las estructuras de los partidos, pero aliados a la plutocracia que se ha formado alrededor de los partidos.

La movilidad de Castañeda en la fiesta de cumpleaños del jefe Diego Fernández de Cevallos mostró las limitaciones de los independientes: distantes de los partidos, pero funcionales a la plutocracia del poder.

La independencia de los independientes representa uno de los mitos geniales de la política actual. Aun si ganara como independiente, Castañeda tendría que gobernar en un sistema político sin ciudadanía y pactando con los poderes fácticos…, como Fox. Castañeda se ha movido dentro del sistema institucional, ajustando sus lealtades a las circunstancias del momento: Salinas, Fox, Cárdenas.

El problema de los independientes se localiza justamente en la inexistencia histórica de una ciudadanía: los votantes venden su voto a quienes le garanticen beneficios, programas o despensas.

Lo que le queda a los independientes es fundar un partido político como Podemos o Ciudadanos en España y dar la lucha desde dentro del sistema.

Pero para ello se necesita una ciudadanía organizada como poder no partidista. Lo malo es que los votantes mexicanos valen menos que una despensa.

Política para dummies: La política es la forma de poner la direccional a la izquierda, pero dar vuelta a la derecha.

CARLOS RAMÍREZ

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carlosramirezh@hotmail.com

@carlosramirezh

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