De las doce candidaturas del PRI a gobiernos estatales que se decidirán el próximo domingo 5 de junio, la de Oaxaca es emblemática por la dimensión del problema: el candidato priIsta Alejandro Juanito Murat Hinojosa representa la reelección de su padre José Murat en la gubernatura que tuvo en el periodo 1998-2004 y las denuncias de corrupción salpican al PRI.
Si el PRI en realidad estuviera pensando en limpiar los establos ahora que se prepara la barredora anticorrupción, el líder priista Manlio Fabio Beltrones hubiera puesto en práctica en Oaxaca su compromiso de política de a deveras. Pero la candidatura del PRI en Oaxaca representa la continuidad de un desprecio de la Federación hacia una de las entidades más castigadas por decisiones centralistas. En Oaxaca se dieron tres problemas serios:
1.- El ex gobernador José Murat Casab engañó al Presidente de la República y al presidente del PRI porque se comprometió a no meter las manos a favor de su hijo y a no pisar tierra oaxaqueña. Y el candidato Alejandro Juanito Murat también se comprometió que durante su gobierno su padre José Murat no pisaría el estado.
En los dos meses de campaña, sin embargo, el ex gobernador Murat operó en Oaxaca y la Ciudad de México directamente y por teléfono la campaña de su hijo. Todo el equipo de campaña del hijo es de ex funcionarios del padre.
2.- José Murat Casab representa la crisis que tiene hundido a Oaxaca en conflictos de gobernación y de gobernabilidad. En 1998 amenazó al presidente Zedillo con irse como candidato del PRD si no le daban la candidatura a gobernador; a sabiendas del grado de conflictividad de Murat, Zedillo le dio la nominación por dedazo.
Desde entonces Murat se ha convertido en un cacicazgo político excluyente y su poder se extendería dos sexenios estatales más, hasta 2028, desde 1973 en que Luis Echeverría instaló a Murat en el poder, nada menos que cincuenta y cinco años de cacicazgo. El ex gobernador Murat popularizó la frase de que “el que ya bailó, que se siente”, pero la familia Murat sigue bailando.
3.- Una de las corrupciones más escandalosas del gobierno de Murat fue el tráfico de casas operado a través del Registro Público de la Propiedad, entonces operado por Jorge Escaipe y Jorge Merlo Gómez, el primero como director de notarías y el segundo como director del registro: localizaban propiedades deshabitadas, con conflictos legales o en la que vivían personas ancianas y operaban maniobras para llevárselas al gobernador Murat.
La leyenda urbana habla de cuando menos 300 casas en la ciudad, entre ellas la de una persona de edad muy conocida en la ciudad: Olga Bustamante; los funcionarios la echaron y pusieron la casa a nombre de la esposa del gobernador. Este mecanismo ha funcionado en otros estados de la República.
La crisis en Oaxaca comenzó en 1992 cuando el sonorense Luis Donaldo Colosio violó los estatutos del PRI e impuso como candidato a Diódoro Carrasco Altamirano. Luego de la derrota estatal del PRI en 2010 y ante el deterioro de la alianza PANPRD, el PRI tuvo la oportunidad de renovar los aires políticos; pero el sonorense Beltrones institucionalizó en Oaxaca a la peor política priista.
Lo de menos es que Murat gane o pierda. Lo cierto es que Oaxaca sigue como pieza del juego de poder de intereses de poder.
Política para dummies: La política es el arte de mentir hasta cuando se dice la verdad.
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