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Opinion

Indicador Político

CARLOS RAMÍREZ

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@carlosramirezh

El Distrito Federal-Ciudad de México se ha convertido en un trampolín político desde la sucesión presidencial de 1946.

Y aunque por razones de deterioro en la administración de caos urbano ha sido explicable que hasta ahora ningún gobernante DF-CDMX ha llegado a ser candidato presidencial, no por eso ha dejado de manejarse la ciudad con criterios presidencialistas.

Al actual jefe de gobierno DF-CDMX, Miguel Angel Mancera, le está tocando la peor parte: encarar lo que ya se configura como una catástrofe urbana con la mira puesta en el 2018 pero sin instrumentos de gobernabilidad, sin partido y sobre todo sin equipo de trabajo eficiente.

Las decisiones que se han tomado ante el colapso ambiental de las semanas anteriores tampoco van a resolver el problema. En 1989 el regente Manuel Camacho Solís implementó el hoy no circula y cientos de miles de capitalinos compraron un segundo auto −de mala calidad, apenas pasando verificaciones− para usar en días en que su auto principal no circulaba; hoy ocurrirá lo mismo: comprar de otro auto para usar en días prohibidos.

La estrategia de tapar un hoyo pero destapando otros pospone el estallamiento final del colapso. El DFCDMX no necesita de parches sino de un replanteamiento urbano, de largo plazo y ajeno a los trampolines presidenciales. El caos urbano y enojo ciudadano hoy que entre en operación el no circula obligatorio será del tamaño de la ausencia de una propuesta de refundación urbana. Los gobernantes de la capital de 1946 a la fecha asumieron el cargo como extensión del gabinete presidencial, no como administradores de la macrourbe más grande de México.

El DF-CDMX no tiene solución pero aún mantiene espacios para una reformulación urbana. Pero se necesitan tres condiciones: una propuesta urbana integral, la decisión de los gobernantes de olvidarse del trampolín presidencial y un partido político organizado en función de las nuevas relaciones sociales y políticas. Hasta ahora, ninguna de esas condiciones se ve con claridad.

Eso sí, la situación ha llegado hasta el absurdo: Marcelo Ebrard fue nombrado el “mejor alcalde del mundo” y hoy está exiliado por temores a procesamientos penales por corrupción e ineficacia en la administración de la ciudad. El PRD mantiene el poder desde 1997 con la bandera y la vida en el DF-CDMX está peor que como la dejó el PRI en 1997, con los mismos problemas aunque potenciados; corrupción, contaminación, embotellamientos, ambulantaje, inseguridad y los miles de problemas cotidianos.

Lo grave del asunto radica en la certeza de que los políticos capitalinos aspiran al poder, no a solucionar los problemas. La reforma política del DF que dio a luz a una inexplicable, inservible e ineficaz Ciudad de México pasó de noche, nadie sabe realmente a dónde se quiso llegar y de nueva cuenta se ignoró a la ciudadanía, aunque también con el dato de que la ciudadanía capitalina es mezquina, ineficaz de organizarse y comodina mientras le regalen cosas a cambio de su voto.

La crisis ambiental reciente vino a confirmar que el DF-CDMX se encuentra rumbo a una catástrofe urbana. El modelo de hoy no circula obligatorio será un fracaso porque carece de un modelo de reorganización urbana y porque se necesitaba de un replanteamiento social, no una medida de autoridad.

Política para dummies: La política es el camino para ir al lugar dónde no se debería ir, pero diciendo que se llegará a dónde no se quiere llegar… y con la seguridad de que nunca se va a llegar.

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