Durante muchos años, pese a campañas sucias, a enfrentamientos salvajes y a algunas retiradas por faltas a la verdad, las campañas presidenciales en Estados Unidos siempre daban paso a un terso cambio de poderes.
Ahora en la elección actual, la primera en la que una mujer lucha por llegar a la Casa Blanca como ganadora de la carrera electoral, se están rompiendo todos los paradigmas y se está convirtiendo en una catástrofe del comportamiento político estadounidense, y en consecuencia está generando repercusiones con malas lecciones para todos.
En ese sentido, después de una exquisita neutralidad impuesta por el instinto de supervivencia y la práctica política de las instituciones como el mítico FBI –el de Edgar Hoover, el que servía para registrar las infidelidades de Martín Luther King o los jadeos del presidente Kennedy– ahora rompe con una regla no escrita y anuncia a escasos días de las elecciones que se realizará una investigación contra la candidata Clinton por una serie de correos electrónicos nuevos que han sido encontrados.
Sin duda, la clase política estadounidense, es decir, todos los que no comulgan con Trump, están preocupados y han elevado un grito al cielo. Puesto que en el mejor de los casos si es que este anuncio no resulta relevante para el 8 de noviembre, la presidenta Clinton podría comenzar su mandato bajo un alto grado de sospecha como aquel expresidente llamado Richard Milhous Nixon, quien comenzó su segundo mandato con el escándalo Watergate.
El mundo está preocupado y Clinton estupefacta.
Si todo esto es un plan preconcebido, muchas felicidades porque a eso se le llama hacer un trabajo limpio y quirúrgico para sacar a un candidato de la recta final de la carrera.
Aunque si es una improvisación, sin duda, EU está mucho peor de lo que nosotros y ellos mismos jamás imaginaron. Pero si es un mal sentido del deber, resulta obligatorio para todos aquellos que buscan lanzarle al barco en el que todos van a bordo, que sepan que con la pólvora no se juega.
En este contexto el único contento es Trump y hay un hecho increíble que jamás consideramos viable, porque uno siempre confía en que el sentido común, la capacidad de pensar y hasta en este caso la estética harían su trabajo, sin embargo, no es así.
Trump está otra vez muy cerca de Clinton en la intención de voto. Básicamente en algunos estados, en algunos puntos de opinión importantes la diferencia entre Clinton la de los mails, la emperatriz consorte y ahora emperatriz sumergida en soledad, sólo toma ventaja al tahúr, al que insulta y al antisistema, en 3 por ciento de diferencia. ¡Aguas!