Hoy, a pesar de los múltiples retos que aún tenemos para erradicar la pobreza, los indicadores que hablan de marginación y exclusión están en su punto más bajo de la historia. Recientemente, Our World in Data señaló que en los últimos 25 años, en promedio, 137 mil personas superaron la pobreza extrema cada día; mientras que en 1820, 94 de cada 100 personas en el mundo vivían en esta condición, para 2015 esta cifra pasó a 10 de cada 100.
Sin duda, este cambio radical en las condiciones de vida de las personas, acelerado en las últimas tres décadas, tiene mucho que ver con los avances tecnológicos que hemos logrado. Estos avances tienen su fundamento en la innovación; ese ánimo para buscar cómo vivir mejor y facilitarnos la vida, ha sido la pieza clave no solo para la reducción de la pobreza, sino también para el surgimiento de nuevas formas de comunicación y procesamiento de información.
Por eso, en el Día Mundial de la Creatividad y la Innovación, que se celebrará este 21 de abril, es una excelente oportunidad para redoblar esfuerzos hacia la consecución del objetivo que tenemos todos en el mediano plazo: acabar con la pobreza. En varios frentes, desde el cómo acceder a agua potable en África hasta como generar energía limpia para comunidades indígenas en América Latina, la creatividad de las nuevas generaciones está dictando el camino hacia la verdadera inclusión social.
Para que dentro de 25 años la pobreza extrema quede en el pasado para siempre, la sociedad en su conjunto debe encontrar la manera de impulsar proyectos que tengan alto valor social y que permitan llevar las nuevas herramientas a más lugares. Al final, depende de nosotros el construir un mundo más justo a través del conocimiento que generamos todos los días.
La chispa que nos impulsa
Los indicadores que hablan de marginación y exclusión están en su punto más bajo de la historia en México
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