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Opinion

La democracia de los manotazos de Córdoba y el partidizado INE

El peor mensaje político de las elecciones de 2018 lo acaba de enviar el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova: “timoratos, no; manotazos cuando sea necesario” (El Universal). Era lo que faltaba para entender que los actores político-electorales ya rebasaron al INE. Y el dato no es menor porque prefiguran unas elecciones sin autoridad y fuera de control.
En todo caso, el INE necesita dar varios manotazos a su interior porque ahí es donde el proceso electoral se está descarrilando. No hay decisión del INE que no sea revertida con la mayor tranquilidad por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Y el propio consejero presidente necesita también revaluar su propia condición de jefe del Instituto porque la amenaza de la fuerza –los manotazos– indican una pérdida de autoridad política incluso entre el mismo consejo electoral.
Lo que el INE necesita no es el manotazo autoritario, sino el liderazgo inexistente. Si el consejo general es incapaz de mantener el orden y la responsabilidad del funcionamiento del Instituto, entonces la falla no está en los que se saltan las regulaciones sino en la falta de autoridad moral del consejero presidente.
El problema del INE no radica en la necesidad de que el consejero presidente actúe como profesor gruñón de secundaria pública –le faltan los reglazos–, ni que los manotazos sean la forma de imponer su autoridad. El único periodo en el que el entonces IFE logró imponerse con autoridad política y moral y no a base de los reglazos de Córdova fue en periodo 1996-2003, durante el consejo dirigido por José Woldenberg. Y eso que le tocaron dos procesos delicados: las elecciones federales de 1997 en las que el PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y el primer Gobierno electo del DF, y la alternancia presidencial de 2000.
El segundo problema del INE consiste en la pérdida de autoridad del consejo ciudadano ante la partidización del Instituto, y no sólo por la presencia de partidos en el consejo sino porque los partidos negociaron entre sí la nominación de consejeros.
El IFE-INE perdió su sentido en 2003 cuando el PAN en la Presidencia aceptó que la designación de consejeros fuera por razones de partido; Luis Carlos Ugalde Ramírez fue designado consejero presidente a propuesta negociada de Elba Esther Gordillo como diputada del PRI y paradójicamente la principal operadora política del presidente Vicente Fox. El nuevo consejo no pudo darles legalidad y legitimidad a las elecciones de 2006, cosa que fue aprovechada por Andrés Manuel López Obrador para colapsar las instituciones. La crisis del 2006 fue responsabilidad del INE armado por la maestra Gordillo.
La gestión de Córdova en el INE ha estado plagada de inconsistencias: desde el tráfico con el padrón, hasta su falta de autoridad política para determinar violaciones a las leyes electorales y por tanto las correcciones constantes de plana a las decisiones del Instituto. Las elecciones de gobernador en Coahuila el pasado junio pusieron en ridículo al INE porque el Tribunal Electoral le enmendó varias veces la plana al Instituto. Y todo indica que el dictamen de anulación de elecciones no pasará las pruebas judiciales.
Corregido por el Tribunal Electoral, rebasado por los partidos, sin credibilidad en la sociedad y regañado por burlarse de los indígenas, ahora Córdova amenaza con manotazos donde no hay liderazgo, ni credibilidad, ni autoridad moral.
Política para dummies: La política es el ejercicio de la inteligencia para sustituir a la violencia…, o debería serlo.
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