Vladimir Galeana
Pareciera que al presidente Enrique Peña Nieto se le podría hacer bolas el engrudo a la hora de tomar la decisión de quién será el abanderado o abanderada para la elección presidencial del año venidero. Hasta ahora han sido muchos los mencionados, pero pocos los que han contado con la venia para moverse, como lo mandatan los añejos cánones del costumbrismo tricolor. El problema es que se puede presentar una circunstancia inédita a causa de la confrontación entre tradición y operación política, cuando de decantar la hasta ahora extensa lista de aspirantes se trate.
Nunca ha sido rota la tradición tricolor de que el presidente elige a quien lo sucederá, y por mucho que se diga que Ernesto Zedillo estuvo de acuerdo en que se entregara el poder, lo cierto es que la circunstancia rebasó al tricolor con un candidato opositor, que utilizó por primera vez el poder de los medios de comunicación para cambiar las percepciones de los mexicanos que entraron en esa franja de nuevos votantes.
El resultado fue la primera alternancia para el régimen de la Revolución Mexicana.
Enrique Peña Nieto es un hombre formado y educado en la más pura tradición tricolor. Y eso quiere decir que no dejará suelto el control de la sucesión presidencial por dos motivos. El primero de ellos es que los tricolores no están acostumbrados a los procesos democráticos, y una elección interna se puede convertir en un verdadero caos. El segundo es que necesita mantener el control para ser él y nadie más quién decida el nombre del afortunado o afortunada con la finalidad de mantener vigentes los pactos de protección.
Emilio Gamboa Patrón es uno de los políticos más experimentados del país y ha mostrado y demostrado ser un hombre de disciplina y lealtades. Solamente él y Manlio Fabio Beltrones son considerados como los políticos más útiles al sistema tricolor aunque pertenezcan a la vieja guardia. Ambos han estado muy activos en los últimos meses, uno controlando el Senado de la República, y el otro intentando abrir el abanico de la participación social en el partido.
Emilio Gamboa parece haber cometido uno de los errores más costosos de su prolífica carrera política al descalificar a quienes se han postulado para contender por la candidatura presidencial de su partido. Y señalo que parece, porque en realidad ha sido una decisión calculada buscando decantar la lista de aspirantes para evitar el desgaste presidencial cuando de tomar la decisión final se trate.
Gamboa es un hombre del sistema y asume su responsabilidad para hacer lo que le dictan en Los Pinos. Sabe que esa es la garantía que tiene para sobrevivir el siguiente periodo presidencial. Claro está que a muchos no les pareció porque corta de tajo sus aspiraciones, pero es un claro mensaje del Presidente de la República de que las cosas no estarán sueltas, y menos cuando se tiene la posibilidad de perder.
Para decirlo más claro, Enrique Peña Nieto asumirá su responsabilidad ante la historia, y gane o pierda, nunca dejará de tener el control. Al tiempo.
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La descalificación
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