El lunes 30 de mayo, en un conocido noticiario nocturno de la televisión, vi y escuché al joven presidente del Partido Acción Nacional, Ricardo Anaya, lanzarse a la yugular del PRI y de MORENA con la vehemencia de un Savonarola. La intención mía al escribir este artículo no es, por supuesto, salir en defensa de uno o de ambos partidos zarandeados por Anaya, primero, porque nadie me ha conferido esa misión, segundo, porque de seguro cuentan con gente más capacitada que yo para hacerlo. Lo que me mueve a ocuparme del tema es la certeza de que la difusión de afirmaciones formalmente sustentadas en principios científicos y en mediciones numéricas aparentemente irrebatibles, son una manipulación más sofisticada (y más difícil de descubrir, por tanto) de la opinión pública, que la guerra sucia que se ha puesto de moda en los últimos tiempos; una forma más peligrosa y dañina de condicionar a la gente en la toma de decisiones importantes, de carácter electoral en este caso.
Del discurso del Lic. Ricardo Anaya tres señalamientos llamaron mi atención: a) que en los primeros tres años del actual sexenio, el crecimiento de la economía cayó en picada, a diferencia de lo ocurrido en los tres últimos años del gobierno del presidente Felipe Calderón; b) que la devaluación del peso frente al dólar, que tanto daña a la economía de los más débiles, también es responsabilidad de la actual administración; c) que de la misma manera debe explicarse el aumento de la inseguridad, como lo prueba el incremento de delitos como el secuestro, los asesinatos y los robos a casas habitación, entre otros. De todo ello, el Lic.
Anaya saca dos conclusiones: primera, que el PRI y los gobernantes emanados de sus filas “le han fallado a México” escandalosa y ostensiblemente, razón por la cual es una necesidad “sacar al PRI de Los Pinos” (¿dónde hemos oído antes esta consigna? ¿No es acaso la misma que disparó a Vicente Fox a la silla presidencial? Por lo visto, el PAN sabe que esto “pegó” mucho entre la gente y hoy quiere repetir la hazaña recurriendo a los mismos trucos publicitarios, a lo cual, por supuesto, tiene pleno derecho, siempre que no recurra a argucias censurables); segunda, se impone el “voto útil”. No votemos, dijo, por cualquiera que nos pida nuestro sufragio, no desperdiciemos nuestro voto; votemos todos por el candidato que tenga reales posibilidades de derrotar al PRI en cada estado donde habrá elecciones de gobernador; votemos todos por los candidatos del PAN, que son los únicos que cubren este requisito esencial, y preparemos de ese modo el retorno triunfal de un panista a la silla presidencial en 2018, elección “que ya está a la vuelta de la esquina”. ¿Son ciertas las imputaciones del Lic. Anaya? Vayamos por partes.
Veamos primero el crecimiento de la economía. En efecto, de acuerdo con cifras del Banco Mundial, en los tres años últimos del gobierno calderonista la economía creció del siguiente modo: en 2010 un 5.2%, en 2011 un 3.9% y en 2012 un 4%, porcentajes que se comparan muy ventajosamente con los correspondientes a los tres primeros años del gobierno de Enrique Peña Nieto que fueron, según la misma fuente, 1.4% para 2013, 2.2% para 2014 y una tasa similar para 2015. Sin embargo, don Ricardo Anaya se guarda que con Felipe Calderón la economía pasó de un 4% en 2006 a un 3.2% en 2007, a un 1.4% en 2008, y que para 2009 sufrió una caída espectacular de -4.7%, la caída más espectacular de toda América Latina.
Ahora bien, la causa de esta caída, como sabe todo el mundo, fue la devastadora crisis mundial desencadenada en 2008 por los grandes bancos norteamericanos, y el repunte de 2010 se debió a la recuperación (momentánea) de la propia economía norteamericana, que es, y ha sido siempre, el motor que arrastra o frena a nuestra economía nacional. Las bajas tasas de crecimiento del actual sexenio tienen exactamente el mismo origen, esto es, el mal desempeño de la economía norteamericana y, por lo tanto, las cifras no demuestran la sabiduría económica de los gobiernos panistas ni la ineptitud de los priistas, como quiere Ricardo Anaya, sino lo dañino y anacrónico del modelo económico en que vivimos y lo absurdo de nuestra dependencia respecto a los Estados Unidos. Por tanto, yo pregunto con todo respeto al presidente del PAN: ¿está su partido dispuesto a romper la cadena que nos ata a los intereses imperialistas extranjeros? Si es así, ¿por qué no lo dice claramente? Y si no es así, ¿no es demagogia y manipulación puras ofrecer crecimiento económico como por arte de magia, con el solo cambio del PRI por el PAN en el poder?
Sobre la depreciación del peso de que se acusa a la actual conducción económica del país, hay que recordar que la moneda, en cualquier país del mundo donde rija la economía de mercado, es una mercancía que, igual que cualquier otra, está sujeta a la ley de la oferta y la demanda: si hay poca demanda de dólares en los mercados financieros, el valor del dólar medido en pesos mexicanos permanece estable, e incluso puede moverse a favor del peso (peso sobrevaluado); pero si por alguna razón se dispara súbitamente la demanda de dólares, su valor en pesos tiende a subir, y sube inevitablemente, si el exceso de demanda es grande y persistente.
@capitaledomex