Sin lamentos, sin dramas, ya es un poco tarde para andar diciendo por los rincones “esto se veía venir”.
Y es que, Enrique Peña Nieto tiene que empezar por aprender que la guerra del Twitter la tiene completamente perdida, porque esa red social es el arma termonuclear del adversario Donald John Trump. Puesto que sigue en la línea de su rentabilidad política a corto plazo, ignorando y siendo incapaz de calcular las consecuencias de sus acciones.
Ahora ha demostrado que lo que dice lo cumple, y ahí tiene su muro pero sobre todo ahí tiene la venganza y el rencor de la América blanca que representa y la que en este momento ya va en contra de los “morenitos”, que según Trump son quienes se llevaron el pan de las mesas de los estadounidenses.
Desde Sun Tzu en El arte de la guerra, es bien sabido que es imposible ganar una guerra si no se conoce al enemigo mejor que a ti mismo.
Es fácil conocer a Donald Trump, porque cuando él dice acuerdo, quiere decir imposición. Cuando él dice negociación, quiere decir sumisión.
Éste es un tema en el que la profesionalidad es fundamental y es necesario exigirle a nuestros políticos que lo sean.
Ignoro qué clase de fe o milagro llevó al canciller Videgaray hasta Washington, pero quedó claro que después de la doble humillación no habrá milagro, al menos en esta ocasión y al menos como ellos lo esperaban.
El Presidente de México canceló tarde lo que ya le había sido negado, y es que lo pudo haber hecho desde la noche del miércoles antes de que Trump hiciera público su tweet retirando la invitación.
Y en ese sentido, el hecho de que el Presidente decida cancelar su visita a Estados Unidos –ante la mención de Trump que aseguraba vía Twitter que si México no estaba dispuesto a pagar el muro, entonces sería mejor cancelar la reunión– y empezar la guerra de los tuits con el Presidente estadounidense, significa comenzar una guerra perdida de antemano. ¿Qué haremos ahora? No olvidar quiénes somos.
Y además espero y deseo que el secretario de Economía, el canciller y México identifiquen a los verdaderos enemigos en el mundo de Trump, y eso es el control que lleva implícito aquel principio de “América primero”, que termina por traducirse en una lectura que al parecer indica que el resto de los países tenemos que ponernos de rodillas.
A México le quedan muchas alternativas, y la más importante es irse al Pacífico e iniciar un maratón de negociaciones con China, el único elemento que de verdad puede competir con la fuerza imparable del nuevo führer de Occidente que hoy se sienta en el Despacho Oval.