El debate de siempre en este país ha sido la vocación natural de los funcionarios públicos de todos los niveles. Si realizáramos una encuesta entre los distintos estratos de la administración pública, seguro estoy de que encontraríamos que la mayor parte de aquellos que buscan ingresar a las filas del Gobierno, tienen la aspiración de alcanzar principalmente estabilidad, poder y riqueza. En el orden que sea, pero estos componentes siempre están presentes.
La Secretaría de la Función Pública ha presentado 59 denuncias ante el Ministerio Público para que investigue a diversos servidores públicos no pudieron aclarar el incremento sustancial de sus recursos económicos. Qué bueno que a la señora Arely Gómez, hermana del ahora potentado número uno de la empresa televisiva más poderosa del país, le han entrado las ganas de hacer algo contra aquellos que cínicamente han adquirido una riqueza inconmensurable.
Insisto, que bueno que lo hace y no me queda más que reconocerlo. Pero lo que no entiendo, y creo que nunca lo entenderé, es por qué se tardó tanto tiempo en tomar la decisión de ponerse a trabajar, porque desde que la nombraron solamente se ha distinguido por ser un adorno más de los muchos que existen en el gabinete presidencial. Y con esto quiero decir que lo que cualquier mexicano espera de alguien que ocupa una cartera tan importante desquite lo que le pagamos, que no es poco.
Lo que tampoco entiendo es que esos 59 servidores públicos hayan podido incrementar sustancialmente su patrimonio, y que en conjunto asciende a más de 333 millones de pesos. O sea que cada uno de ellos hurtó, sustrajo, robó, dispuso, o se apropió de la nada despreciable suma de cerca cinco millones 600 mil pesos, si todos hubieran dispuesto de lo mismo, o la cantidad que sea, pero el quebranto patrimonial no es cualquier cosa.
Pero lo que me resulta inconcebible es que la señora Arely Gómez pretenda verle la cara a los mexicanos publicitando una acusación de este tipo, y que al parecer solamente es para cubrir el expediente y que todos pensemos que en realidad está trabajando. Resulta deleznable y detestable la forma en que la titular de la Secretaría de la Función Pública busca engañar a todos los mexicanos, porque con este tipo de estrategias comunicativas lo único que quiere es que nos convirtamos en sus cómplices.
Yo aspiro a creerle a la señora Gómez, y para ello necesita primero, buscar mecanismos para incautar esas riquezas malhabidas, porque lo único que necesita es decisión y no complicidades y perfidia.
Hasta ahora ha publicitado actos de servidores que en promedio dispusieron de casi seis millones de pesos cada uno, y lo que esperamos y queremos los mexicanos es que metan a la cárcel a esos que se robaron cientos de millones de pesos o decenas de millones de dólares.
Para eso le pagamos, no para que se convierta en cómplice. Al tiempo.
Vladimir.galeana@gmail.com